Coincidiendo con la Festividad de Santa María Reina, la Hermandad de Nuestra Señora de la Esclavitud Dolorosa de Málaga ha dado a conocer el Cartel Anunciador de la Salida Procesional de este año 2023, obra de Francisco Rovira Yagüe.
La imagen titular se atribuye al taller de Pedro de Mena (siglo XVII). Tradicionalmente, se ha atribuido al propio artista granadino, vinculándose incluso a esta autoría una leyenda que versa sobre lo que sirvió de inspiración en el momento de su realización.
«La imagen es una escultura atribuida a Pedro de Mena. Constituye una de las más bellas muestras del arte imaginero español y nos atrevemos a calificarla como una de las más logradas obras que salieron de las gubias del gran escultor». — Andrés Llordén.
«En Málaga, la influencia de los modelos del artista granadino Pedro de Mena se hizo sentir hasta el siglo XX. De las tres piezas más cercanas a ellos, una ha sido destruída (la primitiva titular de los Dolores de San Juan), otra se encuentra en apradero desconocido (la primitiva Soledad de la Congregación de Mena) y la tercera (Esclavitud Dolorosa) subsiste. Todas son datables a finales del siglo XVII y, posiblemente, fueron talladas por el círculo de colaboradores de Mena. […] La tercera imagen es algo más sentida e interesante, y quizás sea también la más temprana del grupo, aunque su modelado se encuentra desvirtuado a causa de las constantes manipulaciones y repintes de su encarnadura, a lo cual debemos sumar el secular talante andariego de su Hermandad». — Sánchez López.
Es conocido también que, en julio de 1936, la imagen -aunque ilesa de los trágicos sucesos de mayo de 1931- sí sufrió algunos daños, aunque leves, siendo restaurada por Francisco Palma Burgos.
Existe una leyenda que versa sobre el momento exacto en que Pedro de Mena se inspirase en la actitud de súplica de una de sus hijas para tallar el rostro de esta dulce dolorosa, recogido en Arguval de la siguiente forma:
«En el Siglo XVII es encargada la imagen de una Dolorosa a Pedro de Mena y Medrano, que fuese con dolor profundo y sereno como convenía a la Madre de Jesús contemplando a su Hijo sufriendo pasión y muerte, encargada por una familia Malagueña descendiente de D. Diego Romero, señor de la Pizarra, para recibir culto en el Convento de los Padres Franciscanos de Málaga. El escultor, que está pasando por momentos críticos en su vida profesional, no encuentra inspiración que tenga un dolor humano de la mujer que ya no tiene fuerzas para llorar, que está deshecha y abatida, que su aflicción se pueda reflejar en su rictus “de una frente con llanto”. Pasan muchos días y noches rompiendo moldes, rectificando trazos, dibujando rostros, cuando a deshoras y después de haber dado el toque de las Ánimas (punto de descanso para familia y criados) escucha golpear ligeramente su puerta. Asombrado, aparece su hija pequeña, Juana, la preferida por él. Le invita a pasar y le pide que confíe en él si tiene algún problema, ya que nota que está preocupada. La niña no se atreve a hablar por el respeto al padre y su juventud recién estrenada. Juana, con actitud extraña, juguetea con angelitos y telas encoladas del taller. Por fin para y empieza a hablar anunciando el deseo de profesar como novicia en el Monasterio de Santa Ana del Císter, pidiendo su autorización. Su padre, desprevenido, la hace entrar en razón e intenta disuadirla, e indagando consigue saber que acaba de sufrir un amor desdichado. Tras su confesión le niega el permiso pensando que solo era un desengaño mundano y no una verdadera fe de amor a Dios y de su vida en clausura. Juana suplica pidiendo su autorización, cruza sus manos en actitud orante, y la frente se empieza a fruncir en dulce llanto que corre por sus mejillas. La mirada es baja, agotada, y ambas manos entrelazadas, suplicantes en un último esfuerzo. La cabeza se ha inclinado levemente hacia el lado izquierdo mientras los labios se entreabren en un suspiro».