El Niño Jesús representa el misterio de la humanización de cristo a través de la primera sangre derramada, mediante el acto de la circuncisión. Una imagen puramente barroca que fructificó en el siglo XVI. Sabiendo el origen y el porqué,» decidí retrotraerme a la esencia de las obras de la época, los conocidos como jeroglíficos barrocos, donde la suma de todos los elementos creara una imagen renovada de la alegoría que representa el Dulce Nombre», explica el autor. La imagen resultante tiene como protagonista a la figura del Niño, que triunfa sobre la muerte y el pecado, representación que alude a la infancia de cristo y que sirve como símbolo de víctima inocente.
Éste se sitúa sobre una línea curva y horizontal, ubicada a sus pies que simula un monte, el monte Calvario con la calavera de Adán a los pies donde pues allí se encontraban sus restos y allí moriría el Salvador. Que redimiría con su sangre el pecado original cometido por Adán y Eva en el árbol del bien y el mal, motivo vegetal que aparece al fondo dándole cobijo a la imagen principal. Bajo el pie derecho la serpiente que rehúye la lucha, pues está vencida por Jesús. Aparecen también dos ovejas símbolo del rebaño que el acoge, cuida y por el que vino a ser sacrificado. Encuadrando la composición un texto perteneciente a Isaías 53 versículo 6 “Todos andábamos perdidos, como ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él el pecado de todos nosotros”, entre las palabras se incluyen las armas Cristi, que a modo profético Jesús bendice, aceptando su pasión, pues conoce y sabe cuál es el destino por el que viene al mundo, pues así estaba predestinado.