Cubiles, Lágrimas y el puchero de la familia Rey

Cubiles, Lágrimas y el puchero de la familia Rey
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Para María del Carmen Rey el autor de la marcha Lágrimas no es José Cubiles, es Pepe. Así lo llamaban en su casa, a la que era asiduo el conocido pianista de cuyo fallecimiento se han cumplido ahora 50 años. Él, gaditano de nacimiento, dejó para la posteridad uno de los grandes himnos de la Semana Santa gaditana; y ella guarda en su retina con una nitidez exquisita el camino que llevó a Cubiles hasta Columna, la mano que propició que la música de Lágrimas naciera y se quedara en Cádiz.

Para María del Carmen Rey, Lágrimas suena a infancia, a ese Cádiz en blanco y negro, a su niñez en la calle San Francisco, a un pianista famoso en toda España que en su casa era Pepe; y esa marcha le huele a puchero, pero a los pucheros de verdad, a los de antes cargados de avíos.

La historia de la marcha Lágrimas no aparece en ningún libro de actas de la cofradía de Columna, ni en ningún contrato firmado entre el compositor y la hermandad, o algún recibo abonado por la entrega de las partituras. Y es que la historia de ese himno del Martes Santo surge una noche cualquiera, en una casa cualquiera de Cádiz, al calor de un buen puchero.

“Mi padre era muy amigo de Pepe Cubiles, porque su mujer era prima de la mujer de un primo de mi padre que se habían criado como hermanos. Mi tío quedó huérfano y se crió con mi abuelo, así que él y mi padre eran como hermanos”, recuerda María del Carmen Rey. Su padre, Joaquín Rey Ángel, era agente de aduanas y fue “durante muchos años” mayordomo de la cofradía de Columna.

Esas dos condiciones de mayordomo de Columna y de amigo de Cubiles se encontraron con motivo del tercer centenario fundacional de la cofradía. “Cubiles y su mujer, María Rosa, que tocaba el arpa -recuerda María del Carmen Rey- venían mucho por Cádiz e hicieron mucha amistad con mi padre. Siempre que venían se alojaban en el Francia y París, y nosotros vivíamos en San Francisco esquina a Beato Diego, así que nos veíamos mucho”. La cercanía entre el hotel y el domicilio familiar de los Rey propiciaba un asiduo encuentro nocturno siempre que Cubiles estaba en Cádiz. “Casi todos los días el matrimonio Cubiles venía a cenar a casa porque les encantaba el puchero que hacía mi madre”, cuenta María del Carmen, que tampoco olvida cómo el compositor solía repetir cena.

Al calor de ese encuentro familiar en el domicilio de San Francisco, al olor del puchero que inspiraba al músico gaditano, surgió Lágrimas. “Se celebraban los 300 años de la cofradía de Columna. Y mi padre un día le dijo medio en serio medio en broma que le hiciera una marcha a la Virgen por el aniversario. Y a él le pareció bien”, resume María del Carmen Rey.

Dicho y hecho, en marzo de 1960 llegó a Cádiz la partitura de Lágrimas, que conserva en la actualidad la hermandad. “La cofradía estaba relacionada con la Marina, y en aquella época Abarzuza era ministro de la Marina. Mi padre le pidió que le dejara a la banda de Infantería de Marina; y la marcha se estrenó en el Falla en un concierto de esta banda, que ese año saldría también detrás del paso, tocando la marcha cada dos por tres”, cuenta María del Carmen Rey, que además señala respecto al encargo de Cubiles: “No cobró nada por la marcha. Fue un regalo que hizo a la cofradía porque mi padre se lo pidió”.

En la cofradía de Columna no existe testimonio documental de cómo Cubiles y su marcha llegaron a San Antonio; la amistad y las reuniones familiares en casa de los Rey fueron ese puente del pianista con la Semana Santa de Cádiz; y el puchero, que no falte.

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