A tres días vista del Miércoles de Ceniza, el mundo cofrade se prepara para vivir una de las Cuaresmas más extrañas que se recuerdan. Habría que remontarse a los grandes conflictos sociales de la década de los treinta del pasado siglo o de los impedimentos para organizar procesiones en tiempos del ilustrado Carlos III.
Si el año 2020 será recordado para siempre por la suspensión de la Semana Santa sin cofradías, este de 2021 no le irá a la zaga si se tiene en cuenta que va a arrasar ya no solo con los cortejos y los pasos en las calles, sino también con los actos cuaresmales que tendrán que ir encaminados a un escenario de ‘riesgo cero’ de posibles contagios de COVID-19.
Las nuevas variantes del virus, según explica la comunidad científica, son mucho más contagiosas y tienen una mayor fuerza de propagación. Todo lo que está relacionado con el mundo de las hermandades lleva implícito la asociación de personas, prebenda que tiene el coronavirus para su desarrollo a través del contagio entre humanos.
Por tanto, se abre ahora una logística que deberá de preocupar, y mucho, a las juntas de gobiernos de las corporaciones. No se puede asumir un foco de contagio originado en uno de los muchos actos que ya se preparan en las iglesias de la ciudad que, si acaso, calmarán en la medida de lo posible los anhelos de los cofrades ansiosos de ver pasos y respirar incienso.
Para ello, las corporaciones deben de estar ya trabajando en templos abiertos y accesos de entradas y salidas.
Las normas sanitarias se basan fundamentalmente en el distanciamiento físico, en las medidas de higiene, en el uso de las mascarillas y en la ventilación de las zonas interiores.
Medidas
Las grandes iglesias ofrecen al menos la posibilidad de poder montar este dispositivo de prevención sanitaria al disfrutar de techos altos que hacen que el posible contagio por aerosoles se dificulte. Sin embargo, las funciones de veneración de las imágenes tendrían que contemplar un acceso de entrada y otro de salida para no permitir el contacto de personas que entran y salen. En el caso de templos, capillas o ermitas con un solo acceso, habría que disponer de un número de control de entrada en grupos mientras que el siguiente espera en la calle para entrar a continuación.
En las puertas de entrada a los templos habría que tener disponibles dosificadores de gel hidroalcohólico. Una persona debería de ir tomando la temperatura con un termómetro electrónico que en décimas de segundos te ofrece el resultado. Este dispositivo ya se pudo ver en el santuario de María Auxiliadora con motivo de la llegada del Señor de la Redención el pasado mes de diciembre.
Zonas de paso
Una vez dentro del templo, lo adecuado sería habilitar una zona de paso que estaría limitando e impidiendo que los devotos pudieran detenerse en el interior del templo e incluso visitar capillas y otros espacios del interior de la iglesia.
La imagen estaría expuesta a una distancia de los devotos para impedir el contacto de los fieles a la misma imagen. Y lo más oportuno sería un control para que las personas en el interior no se paren y continúen hasta la puerta de salida que quedaría situada en otra dirección distinta a la entrada.
Fotógrafos
La imagen de los fotógrafos delante de los titulares de las hermandades recogiendo esas instantáneas que se pueden ver en las redes sociales será más complicada este año de poder llevarla a cabo. Se podría organizar un horario específico para fotógrafos pero con un control exhaustivo que evite aglomeraciones como en años pasados se han podido ver. Con lo cual se trata de una nueva dificultad para los cofrades que organicen sus actos de veneración en esta Cuaresma.
Por último, las casas de las hermandades deberán de llevar un control de entrada y salida. Adiós a los famosos mostradores donde la tertulia se hace más que necesaria a cualquier hora del día. No es posible poder disfrutar de la casa de los hermanos este año para evitar contactos y romper con el distanciamiento.
Semana Santa
Con la llegada de los días santos, estas medidas habría que estrecharlas aún más si cabe ya que serán cientos, quizá hasta miles, los jerezanos que tendrán que conformarse con ir a ver a las imágenes de su devoción a los templos. Así, además, el decreto emitido desde el Obispado de Asidonia-Jerez, anima también a los cofrades a vivir la Semana Santa celebrando el Triduo Sacro y visitando a las imágenes de su devoción en esta Semana Mayor tan atípica y extraña.
La suerte está echada y solo hay que prepararse de cara a unos días duros en los que los cofrades deberán mostrar su nivel de implicación en esta Cuaresma y posterior Semana Santa con la amargura de saber de que, cuando llegue el día más soñado, la cofradía este año tampoco podrá salir a las calles de la ciudad. Ojalá el 2022 nos depare otro escenario.