El interior de la ermita lo domina la Virgen del Socorro, la titular del templo, pero muchos habrán reparado en alguna ocasión en una imagen de Cristo crucificado, de tamaño académico, que siempre se ha venerado en ella.
Es el Cristo llamado de las Tribulaciones, y la historia dice que esta imagen del XVIII, que muestra a Jesús crucificado y vivo mirando al cielo, tuvo protagonismo en la historia de la hermandad y en la religiosidad popular de Córdoba.
Hubo una época en la que salía a la vecina plaza de la Corredera. Así lo tiene documentado el historiador Juan Aranda Doncel. La hermandad del Socorro tenía entonces el carácter de rosariana, como otras muchas que se habían fundado en la ciudad, y rezaba los misterios por las calles.
Pero no era su único acto de culto.
En el siglo XVIII también desarrollaban el rezo del vía crucis con el Cristo de las Tribulaciones por la Corredera, que siempre ha sido el núcleo de la devoción a la Virgen del Socorro.
Inventario
Como recuerda el historiador, en un inventario del año 1721 se habla ya de «un Santo Cristo Grande para la Vía Sacra», que el autor identifica con el de las Tribulaciones.
El Cristo, una obra con el estilo propio de aquellos años, siguió llamando la atención de los cofrades, pues en la década de 1990 hubo un intento de crear una cofradía de penitencia en torno a Él.
No fructificó y fue la hermandad del Socorro la que le ofreció cultos: vía crucis por el interior de la ermita y hasta un besapiés, que algún año se hizo el Sábado de Pasión, víspera del Domingo de Ramos.