El tiempo en la Semana Santa del 2023 será de lluvias leves según las cabañuelas

Durante todo el mes de agosto, en lugar de irse a la playa o a la montaña a desconectar en vacaciones, Alfonso Cuenca ha pasado los días observando la naturaleza. Y tomando notas. El ritual lo repite desde hace más de 20 años, desde cuando practica un método gracias al que, con mayoría de aciertos, predice el tiempo que hará el resto del año: las cabañuelas.

A Alfonso le enseñó su abuelo materno, cuando él tenía unos 15 años. Y desde entonces no ha dejado de mirar con detenimiento el comportamiento de la naturaleza, sobre todo cada mes de agosto, pero también el resto del año. El de las cabañuelas es un método —no científico— que consiste en pasar horas y horas observando la meteorología, concretamente entre el 1 y el 24 de agosto, para determinar qué tiempo hará en los próximos doce meses.

Las cabañuelas distingue entre dos periodos: entre el 1 y el 12 de agosto y entre el 13 y el 24. Durante el primero, a cada día se le asigna la primera quincena de cada mes. Es decir, el día 1 da pistas sobre la primera quincena de enero, el día 2 sobre los primeros 15 días de febrero… En el segundo periodo, ocurre a la inversa: el día 13 se refiere a la segunda quincena de diciembre, el 14 a la segunda de noviembre… y así hasta completar el año.

“Este año ha costado bastante trabajo, ha sido uno de los más difíciles”, cuenta Alfonso Cuenca cuando atiende a lavozdelsur.es. “Para hacer unas buenas cabañuelas y que las previsiones sean lo más certeras posibles, dedico entre el 60 y el 70% del día a la observación. Cuanto más observo, más datos me da la naturaleza”, incide Cuenca. Unas 15 o 16 horas diarias durante los 24 días.

El cabañuelista tiene varios puntos de observación, todos ellos en Quesada, un pequeño pueblo de Jaén. Unas veces se sitúa en el puerto de Tíscar, otros en la Cueva del Agua en Cazorla, en un paraje que llama de los altos aires… “Cuanto más alto estés, más perceptiva tienes y más fácil es ver el comportamiento de las nubes, del viento…”, explica Cuenca.

Luego, en el Centro de Interpretación de las Cabañuelas de Quesada, en Jaén, coteja los datos recopilados durante casi todo el mes de agosto. “Una vez tenemos todos los apuntes, se casan los datos de ambas quincenas y de ahí se saca la auténtica cabañuela”, cuenta Alfonso.

Con este método, con epicentro en Quesada, el cabañuelista realiza predicciones que alcanzan entre 250 y 300 kilómetros de radio de acción, es decir, incluye casi toda Andalucía —excepto Huelva y una pequeña parte de Cádiz—, Castilla-La Mancha, Murcia, la mayoría de la Comunidad Valenciana y Madrid. “Llego a media España con mis predicciones”, dice Cuenca.

Las cabañuelas 2022-2023 del jienense hablan de que a partir de la segunda semana de septiembre habrá tormentas, con un octubre con buenas temperaturas en la primera quincena, y con lluvias a partir de la segunda, que se extienden hasta noviembre. “Será un otoño más lluvioso que el anterior”, aporta. Una estación en la que prevé que se llegará, algunos días, a los 30 grados.

Los meses de invierno, diciembre, enero y febrero, tendrán lluvias, “pero mucho menos” que el anterior, expresa el cabañuelista. “Será un invierno bastante seco”. “La nieve aparecerá desde el 23 de diciembre a partir de 1.500 metros de altitud”, dice. En primavera espera algo más de lluvia que este año —“de marzo casi hasta mayo”— y un verano con lluvias tormentosas y con temperaturas bastante altas.

“Después de las cabañuelas sigo observando, voy viendo si lo que he predicho se ha ido cumpliendo, para ajustarlas el próximo año”, dice Alfonso Cuenca, quien asegura que tiene un porcentaje de acierto de entre el 85 y el 90%. “Esto es algo que te tiene que gustar, porque yo dedico mi tiempo libre a observar la naturaleza y a sacar mis cabañuelas”, agrega. Gracias a eso, “muchas cofradías de Sevilla y de Huelva me llaman en Semana Santa para ver qué previsiones tengo”, cuenta. 

Este método, ¿tiene futuro? ¿Hay jóvenes interesados? Alfonso Cuenca responde: “En el pueblo hay dos o tres que lo hacen, pero es sacrificado y te tiene que gustar mucho”. El cabañuelista dice que no ve “un futuro muy alentador”. Para Alfonso es un hobbie, que no hace por motivos económicos. “Siempre me ha gustado la naturaleza y luego he ido investigando por mi cuenta”, relata. Así, continuará, prolongando la herencia que le dejó su abuelo, “hasta que el cuerpo aguante o me cambie la situación”.

Fuente LavozdelSur

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