Este es el retablo para el Altar de la Virgen del Carmen de la Concepción de Huelva

Hace un siglo que no se proyecta una obra de estas características en Huelva”. Bajo el título ‘Un altar para la historia, una capilla para la devoción’, la Hermandad del Carmen acaba de presentar el retablo que ha diseñado para su titular. Un extraordinario altar ideado por Antonio Rivera y Abraham Ceada. La ejecución correrá a cargo del citado escultor, el pintor Jesús Zurita y el taller de talla y dorado de los hermanos Caballero.

Entre todos han desarrollado la idea de dotar este espacio de culto de la riqueza artística y solemnidad que requiere la veneración de una imagen, así como devolver al templo el esplendor perdido en su momento y que hasta ahora no se ha recuperado con un retablo de estilo barroco, en el que se toman elementos antiguos a los que se les da este nuevo uso: Comenzamos con el banco, en madera dorada, fechado a finales del siglo XVIII. Sobre él descansa una peana de mármoles rosa y verde, y que se adorna con una guirnalda de laurel. En el cuerpo central, dos columnas estriadas sostienen la cornisa, bajo la que se despliega un cortinaje de telas encoladas en tonos verdosos, cuya policromía imita los tejidos de brocado, y que al caer es abierto por ángeles que la envuelven en el soporte, aportando una sensación de movimiento e ingravidez. Termina en la base, donde otras dos parejas sostienen candelabros de cuyos brazos emergen tallos de hojas y flores.

En el centro la imagen titular, con una pintura tras ella, en la que se dispone en la parte inferior el Purgatorio, y en la superior el cielo, donde está María como intercesora ante su Hijo, se divisa la estrella de la mañana, y nubes retiradas por los ángeles para dejar un firmamento diáfano. Por último, en el horizonte el mar, aludiendo al patronazgo sobre la marina española, con un barco llegando al puerto seguro en el que aparece la palmera y el cedro, que aluden a la victoria y la incorruptibilidad. Todo ello dota al retablo de una coherencia iconográfica, lanzando al contemplador un mensaje catequético en el que se profundiza en dos ideas: primero María como intercesora entre Dios y los hombres, segundo la trascendencia y la comunión de los santos.

Por último, en el ático encontramos la ya aludida cornisa de madera dorada, con una rica decoración sobre la que emerge la cornucopia al centro (también fechados en el siglo XVIII), y de la que salen rayos de luz. Ésta es sostenida por dos ángeles en actitud declamatoria sobre las nubes, mientras que los querubines aparecen entre las mismas y se asientan sobre los capiteles.

De este modo se integran las artes de la pintura, escultura, arquitectura y talla, se retoman elementos antiguos, sin resultar discordantes con lo nuevo, y aportan al retablo un valor añadido, por poseer unas obras que contribuyen a que el aspecto sea más veraz y concordante con la recreación de un espacio barroco. Debemos destacar además los contrastes entre las superficies doradas y los ángeles, cuyas carnes imitan el mármol, así como el tratamiento entre éstos y las nubes, e insistimos en el movimiento que envuelve todo el conjunto. Todo ello ofrecerá en la persona que lo vea una visión impactante, que permita entrar en un clima de oración, en el que el eje vertebrador sea la Virgen del Carmen.

El resultado es de enorme interés, puesto que supone una reinterpretación de modelos barrocos diferentes a lo que habitualmente vemos en Andalucía y aportando algo nuevo a nuestra rica tradición en arte religioso. Ni será extraño al imaginario popular onubense, ni tampoco repetirá nada, sino que sus líneas suman algo nuevo a la ciudad, enriqueciendo el patrimonio de la misma.

CuartoTramo

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