Granada celebra un Corpus atípico con su procesión dentro de la Catedral

Ni siquiera la pandemia impide que los días grandes se celebren como es debido en la capital granadina. El jueves de Corpus, una fecha marcada en rojo en el calendario de la ciudad, llevó a la Catedral de Granada a 600 fieles. Aforo completo. En la puerta, una larga cola daba prácticamente la vuelta al edificio con más de un centenar de granadinos, que a pesar de haber llegado puntuales a la cita, se quedaban a las puertas de asistir a la misa.

Desde las 10 de la mañana, tras ocuparse cada uno de los asientos y cierto jaleo político en la entrada lateral en la puerta del Perdón, el cortejo catedralicio avanzaba como es tradición desde la sacristía a la capilla central de la Catedral. La misa, oficiada por el Arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, daba comienzo a su hora en un contexto difícilmente imaginable hace dos años, pero que, desgraciadamente, fue muy parecido al de 2020.

Entonces, la procesión también fue claustral con un trono pequeño en la Catedral. La situación, mucho peor que en la actualidad, sólo posibilitó que el Santísimo Sacramento fuera acompañado dentro del templo por miembros de las distintas hermandades, cofradías y asociaciones eucarísticas de Granada. Al mismo tiempo, como es evidente, tampoco la feria del Corpus ni la tradicional actividad en las calles, como es el caso de la Tarasca, se llevaron a cabo.

En esta ocasión, de nuevo sin oportunidad de procesión por la ciudad a causa de las medidas sanitarias por el Covid, fue otra vez allí, en el templo, donde se inició ese pequeño cortejo procesional. Tras la comunión, el cuerpo de costaleros del Corpus, dieciséis en concreto, con su capataz Pepe Carvajal a la cabeza, tomaron las andas de plata sobre las que reposaba la Custodia, y en tandas de a cuatro, dieron con ella la vuelta por el interior del edificio bajo el aplauso de los asistentes. Con razón, uno de los momentos más emotivos del acto. Aunque hubo más.

El final de la misa, con una caída de pétalos sobre el Altar Mayor antes de la despedida del Arzobispo, terminaba con las casi dos horas de ceremonia y aún con gente pidiendo entrar en la puerta.

Este día grande, de nuevo en la intimidad del rito, corresponde en buena medida a la situación que actualmente vive la ciudad en este Corpus atípico. A pesar de la mejora en los datos gracias en parte a la campaña de vacunación, todas las actividades tradicionales de la fiesta han tenido que ser adaptadas.

Después de un año, nada termina por ser normal. Sin casetas en la feria, un día de la Tarasca en estático o esta procesión del Santísimo Sacramento entre las paredes de la Catedral. El Ayuntamiento por su parte ha tenido que tirar de mucha imaginación para programar la semana y no faltar a la cita cumpliendo todas las restricciones.

La actual situación sanitaria, con miles de vacunados y la presión hospitalaria más baja desde hace meses invita al optimismo, pero aún crea dudas en Granada, una de las ciudades más golpeadas por el virus en toda España. Con todo, la vida sigue. También el Corpus, por supuesto.

ABC

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