En el histórico barrio del Albaicín, hace no tanto tiempo, se podía escuchar en las cálidas noches de verano el rumor de las aguas profundas recorriendo las calles. Eran las aguas de la fuente de las lágrimas, un sonido que aún rememoran algunos mayores, quienes también recuerdan haber jugado en una charca dentro de un terreno conocido como el “huerto del Carlos”, hoy llamado Plaza del Cristo de las Azucenas. Este espacio, ahora transformado, formaba parte del entorno en el que los vecinos del barrio vivieron tradiciones que aún perduran, como los actos en honor a María Santísima de la Aurora durante la primera quincena de septiembre.
La actual Hermandad de la Aurora fue fundada por albaicineros decididos a rescatar una devoción que se había perdido a lo largo del siglo XIX, un período especialmente difícil para la ciudad de Granada. La devoción a la Virgen de la Aurora, nacida en el siglo XVII, alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVIII y se convirtió en un símbolo mariano destacado en el antiguo Reino de Granada y otras zonas vecinas. Esta tradición sigue viva en diferentes puntos de la provincia, como en Albayzín, Ogíjares, Otura, Santa Fe y Las Gabias, donde aún se rinde culto a la Virgen de la Aurora.
La historia de esta devoción en Granada se remonta a 1698, cuando se fundó la Antigua y Venerable Hermandad de la Aurora en la Calderería. La imagen original de la Virgen, obra del taller de los Mora, destacaba por su singularidad al vestir túnica roja y manto verdoso, alejándose de los tradicionales colores concepcionistas. Desde el siglo XIX, esta imagen se encuentra en la clausura del convento dominico de la Piedad.
El Rosario de la Aurora, una práctica instaurada por la Hermandad en sus reglas fundacionales, consistía en salir en procesión al amanecer por las calles del Albaicín, rezando el Santo Rosario y entonando coplas en honor a la Virgen. Esta costumbre ha sobrevivido a lo largo de los siglos, adaptándose a nuevas realidades pero conservando su esencia espiritual y cultural.
El Rosario, una oración católica que se estructura en misterios que rememoran la vida de Jesús y María, fue adoptado por la orden de San Benito y promovido por los dominicos desde el siglo XVII. En esa época, el rezo del Rosario se popularizó y comenzó a realizarse en procesiones multitudinarias por las calles. De ahí surge la tradición del Rosario de la Aurora, donde fieles portaban faroles e imágenes mientras rezaban en las primeras horas del día, una manifestación de fe que sigue viva en el corazón del Albaicín.