La explicación de la iconografía de la Virgen del Carmen

Procesión de la Virgen del Carmen de Mairena del Aljarafe

La iconografía de la Virgen del Carmen es una de las más características de todas las advocaciones mariana que existen. El carmelita descalzo y doctor en Historia del Arte, fray Juan Dobado, ha explicado en un escrito que la representación «es inamovible, viste hábito y escapulario pardo, así como capa blanca». Así se ha referido tras «observar fotografías de los cultos en honor de titulares en sus diferentes cofradías» y ha señalado que «desde la Orden del Carmen vemos la necesidad de llamar la atención sobre una serie de principios fundamentales que es necesario salvaguardar en pro de proteger y no perder la tradición carmelitana». Además, ha indicado que «el conjunto se denomina hábito y capa, no terno, término mal empleado, que es propio de la liturgia de la Iglesia referido a la casulla, dalmáticas y capa pluvial».

Otro elemento que ha destacado es la capa o manto, el cual «se ajusta al cuello, con sus respectivos broches y las dimensiones pueden variar, más corta o larga como un manto de salida».

Acerca del cabello de la Virgen, fray Juan Dobado ha señalado que «al llevar capa, la imagen luce su amplia cabellera sobre los hombros y espalda». Por otro lado, se ha referido a que «casi todas las pinturas muestran una imagen espléndida del cabello, llevando mantilla en las imágenes de vestir, tal vez como recuerdo de tapar el cabello femenino, pero puede llevarlo igualmente sin velo o mantilla, prevaleciendo la tradición según los lugares». Con respecto a la obediencia, correa y rosario, las tallas «no llevan cordones o cinturillas, sino correa con obediencia, esa prolongación que significa la obediencia de los religiosos al prior o priora», según Dobado. Además, ha comentado que «dicha correa, que puede ser de cuero, se transforma en terciopelo negro cuando va bordada, para los hábitos bordados o de gala». Por su parte, «si la obediencia va en un lado, en el otro, se dispone el rosario, engarzado en la correa, como los llevan los frailes y monjas».

Sobre los cetros y el escapulario, en su escrito ha explicado que «los porta en la mano derecha, cuando sostiene el Niño Jesús en la izquierda», y que el segundo elemento es «el símbolo de la devoción carmelitana y puede ser bordado o de orfebrería». Por último, se ha referido a la media luna como «iconografía de la mujer apocalíptica, siendo el toque concepcionista de una Orden que se posicionó en la defensa del dogma de la Inmaculada, teniendo a veces el detalle de poner las vueltas interiores de la capa blanca con un toque celeste». Con respecto a la ráfaga plateada o sobredorada, Dobado ha explicado que «acompaña también en esta iconografía apocalíptica».

Fuente ABC

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