Desde tiempo inmemorial se conserva en esta Villa una venerable leyenda, trasmitida por tradición oral, en la que se narra un memorable prodigio, relacionado históricamente, con el destino del Cristo de la Vera-Cruz:
Cierta carabela había partido del puerto de Sevilla con destino al Nuevo Mundo recién descubierto. Entre la tripulación, iba un grupo de misioneros franciscanos, que iban a las nuevas tierras para evangelizarlas y fundar tres misiones, pues llevaban en la bodega, entre las mercancías, tres imágenes de Crucificados como titulares de las fundaciones.
A la hora de partir la carabela, aún con viento y corriente favorable, no navegaba, por lo que el capitán ordenó aliviar la carga, pensando que se encontraba varada, y entre los bagajes, desembarcó uno de los Crucificados, momento en que el barco comenzó a moverse, por lo que pensaron que se trataba de un milagro, que significaba el deseo de que permaneciese allí, quedándose dicha imagen en Sevilla.
Poco después, al pasar el barco frente a la Hacienda de Valparaíso, término de San Juan de Aznalfarache, esté se paró de nuevo, por lo que se volvió a dar órdenes de aliviar la carga, dándose la circunstancia de que en el instante en que se bajó el segundo de los Crucificados, la nao se puso, otra vez a navegar, lo que les llevó a dejar dicha imagen en la capilla de la indicada Hacienda.
Continuando su curso hacía la mar, la nao volvió, por tercera vez a pararse; esta vez, frente a Coria, al pie del Cerro de San Juan, por lo que dado lo sucedido en las dos ocasiones anteriores, comenzaron a aliviar nuevamente la carga, hasta que, bajado el tercero de los Crucificados, el barco reinició sus movimientos, razón por la que decidieron depositar esta tercera imagen en la ermita de San Juan Bautista. Desde el puerto coriano, siguió la flota rumbo hacía a la mar, llevando al Nuevo Continente el Evangelio, y en donde fundaron la ciudad de Vera-Cruz, en Nueva España.
Estos tres Cristos son:
Santísimo Cristo de la Vera+Cruz de Sevilla
El Santísimo Cristo de la Vera Cruz es una escultura realizada en madera policromada, de 1,35 m de alto. Se cataloga como obra anónima sevillana de la primera mitad del siglo XVI. Es un Cristo muerto que se fija al madero con tres clavos. En origen debió itinerar en una cruz alzada por tres sacerdotes. Es la imagen cristífera más antigua que procesiona en la Semana Santa de Sevilla. Morfológicamente puede relacionarse con algún artífice del círculo de Roque de Balduque. Entre ellos, despunta Antón Vázquez, autor del interesante Cristo de la Vera Cruz de Arcos de la Frontera (Cádiz), fechable hacia 1540. Durante el año se encuentra en el Altar Mayor de la Capilla del Dulce Nombre de Jesús de Sevilla.
Cristo de Valparaíso
La bonita imagen es un Cristo crucificado, de bulto redondo, en cartón piedra policromado fechado en siglo XVII de autor anónimo. Restaurado recientemente por el profesor Pedro Manzano.
El Santísimo Cristo, procedente de la hacienda Valparaíso (San Juan de Aznalfarache), fue trasladado en 1950, al tempo sevillano del Colegio Inmaculado Corazón de María-Portacoeli, también de la Compañía, en la Huerta del Rey (La Buhaira).
Santísimo Cristo de la Vera+Cruz de Coria del Río
Impresionante escultura fechada en marzo de 1500, creada por anónimo escultor, siendo Arzobispo de Sevilla Don Diego Hurtado de Mendoza (1485-1502). En opinión de algunos especialistas pertenece a la escuela de Gil de Siloe y esta considerada como el Crucificado más antiguo de la provincia de Sevilla, que sale en procesión. Realizada en una sola pieza, y ahuecada en madera noble, por un desconocido artista que dejó en ella la impronta del arte de dos siglos. Magnífica imagen de bulto redondo, que está entre la transición del último gótico y principio del renacimiento, conservando del primero el acentuado realismo, el marcado patetismo y la típica curva, y ya del segundo, aunque de modo incipiente, ese culto a la proporción clásica y ese afán a la belleza idealista.