La Romería del Rocío, uno de los eventos religiosos más emblemáticos de España, transforma los senderos de Andalucía en un vibrante mosaico de devoción, cultura y fervor mariano. En la antesala de Pentecostés, miles de peregrinos inician su camino hacia la aldea de El Rocío, en Almonte, para rendir homenaje a la Virgen del Rocío, conocida como la Blanca Paloma, en una celebración que combina espiritualidad, tradición y comunidad.
Inicio de las Peregrinaciones: Un Despliegue de Devoción
El jueves 29 de mayo marca el comienzo de las salidas con la partida de la Hermandad del Rocío de Córdoba, una de las más representativas del interior andaluz. En un acto cargado de emoción, los cordobeses despiden su Simpecado en una ceremonia que da inicio a un recorrido lleno de cánticos y oraciones, rumbo a las marismas de Doñana.
El viernes 30 de mayo, el fervor rociero se extiende con las salidas de hermandades de la costa malagueña y el interior cordobés. Localidades como Málaga-La Caleta, Torremolinos, Arroyo de la Miel, Torre del Mar y Cabra emprenden sus caminos acompañados por el sonido de tamboriles, sevillanas y el entusiasmo de los romeros, tejiendo un vínculo único entre el mar, la sierra y la fe.
El Gran Día de Salidas: Sábado 31 de Mayo
El sábado 31 de mayo se convierte en el epicentro de la romería, con una masiva movilización de devotos desde diversos puntos de España. Hermandades de Málaga, Écija, Puente Genil, Osuna, Lucena, Priego de Córdoba, Almería, Granada, Jaén, Valencia, Fuengirola, Estepona, Guadix, Antequera, Baeza y El Ejido, junto con la destacada Hermandad de Alcalá de Henares, inician su peregrinación. Esta diversidad geográfica refleja la universalidad de la devoción rociera, que trasciende fronteras y une a comunidades en un mismo propósito.
Un Camino de Identidad y Espiritualidad
Cada carreta, cada caballista y cada romero que avanza hacia El Rocío lleva consigo una herencia cultural y espiritual profundamente arraigada. La Romería del Rocío no es solo una peregrinación; es una expresión de identidad colectiva, un canto a la tradición y un testimonio de fe compartida. Los caminos se llenan de vida con el paso de los peregrinos, que se dirigen hacia la aldea almonteña para vivir el momento cumbre: la procesión de la Virgen del Rocío en la madrugada del Lunes de Pentecostés.