Las colas suplieron a las bullas en Jerez

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Acaba con la gran solemnidad del Domingo de Resurrección una Semana Santa distinta. Unos días que se han caracterizado por ser el pueblo fiel el que ha ido al encuentro del Señor y de la Santísima Virgen en lugar de ser salir Ellos en sus ricos altares andantes al encuentro de la grey.

Una Semana Santa que será recordada. Distinta a la de 2020. La pasada fue como cuando la Guardia Civil se persona en el domicilio para comunicar que un familiar cercano ha fallecido en un accidente. Estado de shock para asimilar la noticia. La de este año ha sido diferente. Ese familiar o ser querido que entra en fase de agonía lenta. Se tiene conciencia del desenlace fatal, pero se llora y se siente como en el anterior supuesto. Cada cofrade, que escoja, si puede, el ejemplo que mejor le encaje. En definitiva, una Semana Santa de impotencia. De cercanía. De oración. Pero sin un final apoteósico.

Lo más destacable de este resumen de lo que ha sido la Semana Mayor de 2021, la gran altura a la que han rayado las hermandades. Pocas y anecdóticas han sido las incidencias o falta de control de las medidas sanitarias por parte de las cofradías. Prácticamente todas han sido extremadamente responsables. Durante todos los días se vieron templos donde se habilitaban dos puertas de acceso y salida —y si era imposible el doble acceso se cuidaba que la puerta estuviera debidamente divida—, uso del termómetro, disponibilidad de hidrogel, cordones para guiar el paso de los devotos y un sinfín de medidas que han hecho de los templos lugares seguros ante posibles contagios. Una nota de diez para arriba.

Los jerezanos y visitantes de la provincia han guardado con mucha paciencia las largas colas. Hasta el punto de no poder visitar todas las iglesias protagonistas ese día por ser la sede de alguna cofradía que debía hacer su estación. Quizá destacar en el sentido contrario el corte del ritmo de entrada cuando había una saeta en el templo o un regalo musical por parte de alguna sección musical ante las imágenes en veneración. Se hacía el parón y hubo casos de larguísimas filas.

Veneraciones

También brilló a gran altura las disposiciones de las diferentes veneraciones. Se ha hablado mucho de belenes en las iglesias pero eran días muy especiales y se hacía necesaria esa forma distinta de presentar a los titulares incluso con imágenes secundarias. Si el estilo realista es el que impera sobre los canastos, ¿por qué no montarlos también en momentos tan complicados en los altares de las iglesias? Ya se sabe que en el mundillo cofrade se critica tanto so como el arre. Forma parte de la geografía y del paisaje. En cualquiera de los casos, gusto y buen sentido en la gran mayoría de las disposiciones. Cada una en el estilo propio de cada hermandad.

Oración íntima

Las corporaciones además aprovecharon para hacer cultos propios con sus hermanos. Prácticamente todas tuvieron un momento de intimidad con las imágenes en forma de eucaristía, vía crucis o acto penitencial para, de alguna forma, culminar la estación de penitencia. Esta circunstancia tuvo una incidencia en los horarios de la apertura de los templos. Muchos devotos acudían a un determinado templo y se lo podía encontrar cerrado por este tipo de celebraciones. No todo se puede llevar por delante.

Los toques de queda se han cumplido escrupulosamente. Afortunadamente, todos estos actos se hacían dentro del horario de libre circulación. Incluidas las hermandades de la Madrugada que lo tenían más complicado y que, o bien celebraron estos cultos a primera hora de la mañana, o grababan algún tipo de oración para poder visionarla en la madrugada del Viernes Santo.

La gran exposición

Otro valor que hay que señalar ha sido el acompañamiento que ha significado la apertura de la magna exposición cofrade en los Claustros de Santo Domingo. En la Semana Santa han sido miles de jerezanos y visitantes de otras zonas de la provincia los que han podido disfrutar de este referente que también marca este año y su Semana Santa. Una muestra más que estimable que finalmente ha aportado y mucho en estos días y que ha estado a la altura de lo que tiene y debe de ser el Jerez cofrade.

En definitiva, una Semana Santa que nadie olvidará. Quedará ya marcada en el recuerdo por lo singular. Y también por la gran tristeza de no poder culminar las estaciones de penitencia en la Catedral jerezana bajo el anonimato de la túnica. Por la aceptación de un tiempo de pandemia que nadie podía imaginar que podría afectar de la forma en la que lo está haciendo. Una crisis sanitaria que ha abocado a todos a, si acaso, poder disfrutar de unos entrantes más que interesantes en esta Semana Mayor. El 2022 ya será otra cosa. En ello ya están trabajando las hermandades que nuevamente rayan a una grandísima altura.

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