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Este sábado, dentro de los actos organizados como prolegómeno de la festividad litúrgica de Pentecostés en la Hermandad del Rocío del Cerro del Águila, tuvo lugar la presentación del cartel anunciador obra de Agustín Primo Muñoz.
La obra, está realizada en óleo sobre lienzo, un soporte con especial valor ya que tiene para su autor un matiz emotivo pues perteneció al ilustre pinto sevillano Joaquín Saenz, y que a su vez su sobrina, Rocío Corvillo tuvo a bien regalarle cuando su tío Joaquín falleció.
Como bien transmitió en su explicación: «me embarqué en algo muy atrevido. Solo pensé que mi obra tenía que tener el tesoro más importante de nuestra Hermandad. No podía tener mascarillas ni nada que aludiera a esta pesadilla que estamos viviendo: Tenía que ser un mensaje de Esperanza, de consuelo, de calma, de fe y de sosiego. Todo esto, lo representa para mí, este humilde, pero majestuoso Simpecado que es el de nuestro Cerro».
«No está bordado en oro -prosiguió-, ni en plata, pero tiene a la Virgen en esa magnífica pintura del gran artista José Arévalo. Tenía que ser nuestro Simpecado, donde está Ella, a la que tanto hemos rezado, hemos pedido, hemos suplicado y a la que hemos dado gracias por todo lo que nos da a diario en estos tiempos tan difíciles que vivimos: la joya de nuestra Hermandad. Esta es mi exaltación pictórica a la Virgen».
Igualmente en su intervención defendió: «tendrá una infinidad de fallos técnicos. Yo no me dedico a esto ni he estudiado Bellas Artes: pinto por afición. Solo tengo algo a mi favor y no menos importante y es que yo, nací en el Cerro y mamé desde muy jovencito como se formó esta, nuestra Hermandad».
En segundo lugar y en otro a nivel mas adelantado podemos ver a una peregrina del Cerro. Esta peregrina, se quedó esperando la salida de su hermandad. Deseosa está de volver a ver peregrina a su Simpecado. Camina de frente, ya que la vida continua, pero solo le basta girar la cabeza, en sus momentos de debilidad, para saber que Ella, nuestra Madre, la Virgen del Rocío, está ahí, guiándole su caminar por la vida.
Ella se apoya en una vara con romero vivo y un entramado de cintas con el que he querido representar la vida, una vida que a veces es así, retorcida, veloz y caótica. Entre estas cintas, hay una de color negro y una inscripción en latín (ORA PRO NOBIS) con esta cinta negra, he querido tener un recuerdo a todas las víctimas de esta pandemia.
Las demás, con los colores corporativos de la Hermandad, llevan nombres de mujer y representan a todas las mujeres del Cerro.
Estas mujeres se sobreponen a todo, porque son mujeres fuertes con corazones llenos de Amor por los suyos, al igual que María la Virgen.
Estas mujeres, trabajan y pelean por sus hijos, al igual que María la Virgen.
Porque la Virgen, fue la que enseñó a Nuestro Señor a caminar, a hablar y fue el gran legado que nos dejó: su palabra.
Al igual que las madres del Cerro, inculcan la fe en Cristo y su bendita Madre la Virgen del Rocío a sus hijos.
Vaya mi humilde homenaje a todas las mujeres de esta hermandad y a las mujeres del Cerro en general.
Pero no acabó la explicación de su autor cuando apostilló otro guiño a su barrio: «Podemos ver otro detalle, una jaulita con un pajarillo dentro. Muchos pensarán que hago alusión al tiempo de confinamiento que hemos sufrido. Y podría ser.
Pero no es así. Mi mensaje, he dicho que era de Esperanza».
«Esa jaula, hace alusión a nuestra otra Madre. A la que no se puede concebir el Cerro sin Ella, ni a Ella sin el Cerro.
Alude a Nuestra Señora de los Dolores, y esa jaulita la lleva en su candelabro de cola que veremos Dios mediante el Martes Santo del próximo año».
Sin duda estamos ante una obra de marcado carácter simbólico y cargada del amor que un hermano de la corporación ha sabido defender y expresar con sus pinceles.