Primer Viernes de Marzo Sevillano es del Silencio

Lea la notica en SevillaInfo

La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno ha vuelto a convocar a cientos de sevillanos que, guardando las tradicionales colas y atendiendo a las recomendaciones sanitarias de distancias y aforo, han acudido hasta la Iglesia de San Antonio Abad  -donde reside la Hermandad del Silencio-  en pleno centro de la ciudad, a dos pasos de La Campana. 

Es un clásico de este día: el besapié  (ahora acto de veneración) a Nuestro Padre Jesús Nazareno, que se ha sumado con los años a los más antiguos y tradicionales de Jesús Cautivo, tanto en la Iglesia de San Ildefonso como en la Capilla de San José. 

La exquisitez y el refinamiento de las labores de priostía en Hermandad del Silencio, ya vox populi entre la Sevilla cofrade, han ido provocando que un elevado número de adeptos e infalibles no se pierdan cada año la espléndida “puesta en escena” de un culto interno celebrado con la máxima categoría estética. 

Lo he dicho otras veces: que en altares de quinarios, septenarios, besamanos… es muy difícil no meter la pata (que se mete sin parar), librarse de los excesos, hallar el término medio  -el de la virtud-, no embriagarse de uno mismo sin saber poner el fin adecuado a las ocurrencias, caer en el amaneramiento que últimamente se está cayendo en tantas hermandades. ¡Vaya tela este año con las vestimentas de hebrea en ciertas vírgenes! 

El Silencio es una distinguida excepción a tanta vulgaridad y al “horror vacui” que preside, más que las propias imágenes, tantos altares. Catetadas, nada más que catetadas. El Silencio es toda una lección para tantas cofradías que debieran aprender de la Madre y Maestra lo que es buen gusto. Por más ocasiones que brinda un altar para resbalarse en elementos decorativos, elección de flores y su cantidad, damascos, doseles, número de cirios y disposición entre ellos… El Silencio escapa a todas las exageraciones y a todas las deficiencias. No peca ni de más ni de menos. 

Alabar un año más la presencia de los lirios, sería decir bien poco, pues no es más que lo esperable. Es el mejor equilibrio de lo hermoso con lo solemne para rodear a Jesús Nazareno, una de las imágenes más definitorias y explicativas de la universalidad de la Semana Santa de Sevilla.

Deja un comentario