La Cofradía de Santa Lucía de Puerta de Arenas, perteneciente al municipio jiennense de Campillo de Arenas, celebra en este año 2025 el 125º aniversario de su fundación (1900–2025). Un acontecimiento que ha propiciado un importante redescubrimiento artístico y devocional: la atribución documentada de la imagen titular de Santa Lucía al escultor valenciano Vicente Tena Fuster (1861–1946), una de las figuras más influyentes en la escultura sacra de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
El hallazgo fue presentado el pasado domingo 1 de junio durante la presentación del libro Santa Lucía, Historia–Iconografía–Devoción, obra del historiador del arte Juan Manuel Romero Vega, quien ha dedicado años de investigación al estudio de esta talla.
Una imagen atribuida tras más de un siglo
Gracias al análisis del «Catálogo Ilustrado» de 1902 de la Casa Tena y a publicaciones de expertos como Pedro Jaime Moreno de Soto y Juan Bautista Tomos Capilla, Romero Vega ha logrado reconstruir el origen y autoría de la imagen. Comparaciones estilísticas con otras esculturas firmadas por Vicente Tena han permitido afirmar con solidez que la imagen que preside la ermita de Puerta de Arenas es obra suya.
El documento clave fue localizado en el Libro de Cuentas de la Cofradía, en cuyo folio número 16, fechado el 26 de diciembre de 1904, figura el pago al escultor:
“Importe de la Virgen 258,02. De las 195 pesetas de existencias hay entregadas para el pago de la imagen 140,02. Quedan en existencias 55,06. Se le adeudará al Sr. Tena por la referida imagen 118,00”.
Un escultor valenciano con huella en Jaén
La conexión entre Valencia y Jaén en la escultura religiosa de la época es significativa. Durante el periodo comprendido entre 1850 y 1950, fue habitual que cofradías jiennenses adquirieran imágenes realizadas por talleres valencianos. Esta influencia pudo consolidarse con la llegada de obispos valencianos a la diócesis de Jaén, como don Salvador Castellote y Pinazo, obispo entre 1901 y 1906, quien mantenía estrechas relaciones con artistas de su tierra, entre ellos el propio Tena Fuster.
Se tiene constancia de que, en 1904, Vicente Tena viajó a Jaén por motivos comerciales, acompañando al sobrino del obispo Castellote. En este contexto se enmarca la adquisición de la imagen por parte de la Cofradía de Santa Lucía, que había acordado sustituir la antigua talla, ya deteriorada.
Características artísticas de la imagen de Santa Lucía
La imagen, fechada en 1904, es una talla de bulto redondo en tamaño natural (150 cm de altura), realizada en madera de pino, concebida tanto para presidir el altar como para participar en la procesión.
Vicente Tena optó por una policromía de tonos mates, predominando los colores tradicionales asociados a Santa Lucía: rojo y verde. El trabajo de anatomía destaca por la coraza metálica que resalta el modelado del cuerpo. La túnica interior, de color marfil estofado, y el velo, aportan luz y elegancia a la composición.
El rostro de la imagen refleja serenidad y humildad, con una mirada baja y una tenue sonrisa. Las encarnaduras son claras y los frescores del rostro apenas perceptibles, aportando un aire etéreo y contenido.
Una imagen que sobrevivió a la Guerra Civil
La imagen conserva aún huellas visibles de la Guerra Civil española, con impactos en el rostro y el pecho. Fue salvada de la destrucción gracias a la intervención de vecinos del municipio.
Posteriormente, ha sido intervenida en dos ocasiones:
- En 1959, por el escultor granadino Luis Navas-Parejo Jiménez.
- En 2006, en el taller Legno Restauro de Úbeda, a cargo de los restauradores Alfonso Ruiz Esteban y Mónica Aragón Palacios.
Una obra redescubierta en su 125 aniversario
La atribución definitiva de la imagen de Santa Lucía a Vicente Tena Fuster, uno de los más destacados escultores religiosos de su tiempo, representa un hito para la historia artística y devocional de la comarca. El 125 aniversario de la cofradía se convierte así no solo en una celebración, sino en una recuperación de memoria histórica y patrimonial.
La publicación del libro de Juan Manuel Romero Vega servirá como testimonio y punto de partida para nuevas investigaciones sobre la huella de la escultura valenciana en Andalucía y, especialmente, en la provincia de Jaén.