Cada 16 de julio, en miles de pueblos y ciudades de España y del mundo, se celebra con fervor y alegría la festividad de Nuestra Señora del Monte Carmelo, más conocida como la Virgen del Carmen. Es una de las advocaciones más queridas de la Virgen María, patrona y protectora de los marineros, pescadores y de todos los que viven y trabajan cerca del mar.
Origen y espiritualidad del Carmelo
La devoción carmelita tiene sus raíces en los ermitaños que habitaban el Monte Carmelo (Tierra Santa) hacia el siglo XII, hombres de fe que construyeron una capilla dedicada a la Virgen, a la que veneraban como Señora del lugar. De ahí nacería la Orden del Carmen, profundamente unida desde el origen a María.
Uno de los momentos más significativos de esta devoción ocurrió, según la tradición, el 16 de julio de 1251, cuando San Simón Stock, general de la Orden, recibió una visión de la Virgen María que le entregó el Santo Escapulario como signo de protección espiritual. María prometía su especial intercesión a quienes lo llevaran con fe y devoción.
El Escapulario del Carmen
El escapulario, pequeño y sencillo, se convirtió con el tiempo en un símbolo de consagración mariana, afiliación a la familia carmelita y expresión de confianza en la protección de la Virgen. Aunque ciertos documentos antiguos fueron cuestionados por los historiadores, el mensaje esencial del escapulario permanece vivo: llevarlo es un recordatorio constante del amor maternal de María y del llamado a una vida cristiana más profunda.
Patrona de los marineros
La Virgen del Carmen es especialmente querida por quienes surcan los mares. Ella es su faro en la oscuridad, estrella que guía la navegación, consuelo en la tempestad y refugio en la soledad del océano. Por eso, en tantos puertos y costas, la Virgen sale en procesión sobre las aguas cada 16 de julio, bendiciendo los mares y a quienes se encomiendan a su protección.
Un amor que atraviesa siglos
La devoción a la Virgen del Carmen ha sido impulsada por grandes santos como Santa Teresa de Jesús, reformadora del Carmelo, y se ha extendido por todo el mundo hispano, donde el nombre “Carmen” es uno de los más comunes y queridos. María del Carmen no es solo un nombre; es una forma de vida enraizada en la confianza en la Virgen.
Ha sido también protagonista en algunas apariciones marianas, como en Fátima o en Garabandal, donde fue reconocida bajo esta advocación por los videntes.
Madre del cielo y del mar
Hoy, como ayer, acudimos a Nuestra Señora del Carmen con nuestras alegrías y penas, nuestras súplicas y nuestra gratitud. Ella es madre, intercesora y guía. En medio del oleaje del mundo, su figura nos recuerda que no estamos solos y que su mano maternal nos conduce hacia Cristo.
Virgen del Carmen, reina del cielo y del mar, ruega por nosotros.

