A pocos días del Domingo de Ramos, Sevilla se prepara para vivir su Semana Santa con los últimos ensayos de pasos y el resonar de las bandas de música que anuncian la llegada de una de las celebraciones religiosas más emblemáticas del mundo. Las hermandades y cofradías de la ciudad ultiman cada detalle de las imágenes que recorrerán sus calles, mientras organizan novenas, triduos, septenarios y besamanos que llenarán de fervor la semana de Pasión. Este evento, cargado de simbolismo, convierte a la Semana Santa sevillana en una experiencia única, donde cada elemento cuenta una historia de fe, tradición y arte.
A continuación, exploramos los significados más profundos detrás de los símbolos que protagonizan esta festividad, desde las palmas del Domingo de Ramos hasta los cirios que iluminan la resurrección:
Las palmas: Un ciclo de fe que trasciende el tiempo
Las palmas son mucho más que un adorno en Sevilla. Desde la Epifanía, las hermandades organizan talleres para rizar estas ramas que, el Domingo de Ramos, recuerdan la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Algunas, de gran tamaño, decoran lugares icónicos como el Ayuntamiento en la Plaza de San Francisco o las sedes del Círculo Mercantil y la Fundación Cajasol.
Tras ser bendecidas, las palmas se cuelgan en balcones y ventanas hasta el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción. Secas y quebradizas, se trocean para encender las hogueras de la Candelaria el 2 de febrero, simbolizando a Jesús como la luz del mundo. Sus cenizas, finalmente, marcan la cruz en la frente de los fieles el Miércoles de Ceniza, cerrando un ciclo que renace cada año con nuevas palmas.
Las potencias: La divinidad de Cristo en rayos de oro
Sobre las sienes de las imágenes de Jesús destacan las potencias, rayos dorados o plateados que simbolizan su omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia. Este elemento distintivo de la imaginería sevillana varía según la advocación, incorporando detalles estilísticos que reflejan la identidad de cada hermandad.
Los capirotes: Del castigo medieval a la penitencia celestial
Los nazarenos, con sus característicos capirotes, son una imagen inseparable de la Semana Santa. Este cono de tela, que cubre el rostro y apunta al cielo, tiene raíces en la Edad Media, cuando la Inquisición lo imponía a los condenados. En el siglo XVII, las cofradías lo adoptaron como signo de penitencia. Cada hermandad define su color, tela y longitud; por ejemplo, el Gran Poder exige capirotes de 1,15 metros, un detalle que resalta su solemnidad.
El puñal de las Dolorosas: Siete dolores en un corazón atravesado
Las imágenes de la Virgen María, conocidas como Dolorosas, portan puñales que representan los siete dolores de su vida: desde la profecía de Simeón hasta la sepultura de Jesús. A veces, este símbolo se transforma en un corazón con siete dagas, evocando la intensidad de su sufrimiento y su papel como madre sufriente en la Pasión.
La corona de espinas: Sacrificio y redención
Trenzada por los soldados romanos para burlarse de Jesús, la corona de espinas simboliza su amor y sacrificio por la humanidad. En el caso del Jesús del Gran Poder, este elemento adopta una forma única: una serpiente que se muerde la cola, representando el triunfo de Cristo sobre el pecado.
El palio: Un manto de devoción y arte
Los palios, estructuras bordadas que cobijan a las Vírgenes, son auténticas obras de arte sacro. Sostenidos por varales y adornados con flores y velas, originally protegían a las autoridades eclesiásticas del clima, pero hoy son un símbolo de reverencia y belleza en las procesiones sevillanas.
Los cirios: La luz de la resurrección
El cirio pascual, encendido en la Vigilia del Sábado Santo, representa a Cristo resucitado. Sus letras alfa y omega marcan el inicio y el fin del tiempo. Los colores de los cirios también hablan: blanco para la pureza, morado para la penitencia, rojo para las cofradías sacramentales y verde para la esperanza.
Símbolos únicos de las hermandades
Cada cofradía aporta su propia esencia:
- El pelícano del Cristo del Amor: A sus pies, un pelícano se hiere para alimentar a sus crías, simbolizando el sacrificio de Jesús por la humanidad.
- La rosa del Cristo de la Caridad: Una rosa roja en su mano recuerda la última gota de sangre de Cristo y una tradición de gratitud iniciada por Iñaki Gabilondo en los años 70.
- La cruz invertida del Señor del Silencio: Un guiño renacentista que subraya la antigüedad de esta imagen.

