El recién nombrado Obispo de Málaga, José Antonio Satué, ha roto el silencio tras la polémica detención de un sacerdote toledano en Torremolinos acusado de portar drogas. En una entrevista en el programa Guion de 101TV, el prelado reconoció: «Lo primero que sentimos es dolor. De un sacerdote no se espera este tipo de comportamientos».
El impacto en la Iglesia
Durante su intervención, Satué reflexionó sobre el efecto que este tipo de escándalos generan entre los fieles:
«Cuando la herida viene de alguien de quien esperas protección, como un padre o una madre, el golpe es más fuerte. Por eso duele, porque se hace daño a personas concretas y también a la imagen de la Iglesia».
Asimismo, recalcó la importancia de priorizar el sufrimiento de las víctimas por encima de la reputación de la institución:
«Nuestra credibilidad solo se recuperará si demostramos que lo primero para nosotros son las víctimas y no la apariencia externa de la Iglesia».
Los hechos investigados
El pasado martes, agentes de Policía Nacional detuvieron al sacerdote Carlos Loriente García, de 45 años, en posesión de unas diez dosis de ‘tusi’ o cocaína rosa. El arresto se produjo en la localidad malagueña de Torremolinos, donde el clérigo se encontraba de paso.
Posteriormente, en un registro de su apartamento turístico, se localizaron también una balanza de precisión y otra pequeña cantidad de droga. El religioso pasó a disposición judicial y se acogió a su derecho a no declarar. El Juzgado de Instrucción número 5 de Torremolinos decretó su puesta en libertad con la investigación en curso.
Reacciones eclesiásticas
El Arzobispado de Toledo confirmó la detención y aclaró que el sacerdote pertenece a su archidiócesis, pero negó que fuera el rector del Seminario Mayor, como inicialmente se había difundido en algunos medios. En un comunicado, la diócesis manchega mostró su pesar, condenó cualquier conducta ilícita y anunció la suspensión cautelar del sacerdote de sus funciones ministeriales.
Por su parte, la Diócesis de Málaga se desmarcó del caso recordando que el clérigo no está incardinado en su territorio ni tenía responsabilidades pastorales allí. No obstante, expresó su solidaridad: «Lamentamos el daño causado y el perjuicio a la buena labor que tantos sacerdotes realizan con entrega y fidelidad».

