La Hermandad de la Piedad pone cada Viernes Santo el broche final a la carrera oficial de Jerez de la Frontera, convirtiéndose en una de las corporaciones con mayor peso histórico y patrimonial de la ciudad. Con sede en la Real Capilla del Calvario, esta cofradía representa el último gran vínculo material entre Sevilla y Jerez dentro del legado cofrade compartido entre ambas ciudades.
Un legado histórico con raíces profundas
Los orígenes de la Hermandad de la Piedad se sitúan en 1547, consolidándose a lo largo de los siglos como una de las corporaciones fundamentales de la Semana Santa jerezana. Ya en el siglo XVII se produjo su unión con la Hermandad del Santo Entierro, una fusión que reforzó su identidad y su simbolismo penitencial.
La titular mariana, Nuestra Señora de la Piedad, fue bendecida en 1718. Aunque durante mucho tiempo se desconoció su autoría, investigaciones recientes apuntan a Ignacio López, escultor activo en la zona de El Puerto de Santa María, adonde se trasladó tras formarse en Sevilla.
El histórico palio de las Hermanas Antúnez
Uno de los elementos más singulares de esta hermandad llegó en 1930, cuando se adquirió a la Hermandad de la O de Sevilla el conjunto formado por palio y manto, piezas que siguen procesionando hoy en día por Jerez.
Se trata de un conjunto excepcional, bordado en oro sobre terciopelo negro por Ana y Josefa Antúnez, según diseño de Manuel Beltrán Jiménez. El palio fue estrenado en 1882 y el manto en 1891. Estas piezas no solo destacan por su calidad artística, sino por su valor histórico dentro del patrimonio bordador sevillano del siglo XIX.
Tras esta venta, la Hermandad de la O estrenó un nuevo palio que acabaría lejos de Sevilla, lo que refuerza el carácter único del conjunto que hoy custodia la Piedad de Jerez.
Un palio con una iconografía excepcional
Con el paso del tiempo, el palio se fue enriqueciendo con nuevos elementos, como los varales y la corona, realizados en 1949 por el taller de Seco, o los candelabros de cola, firmados en 1973 por Lorenzo Jiménez Rueda.
Sin embargo, lo que convierte a este paso en una rareza dentro del panorama andaluz es su composición iconográfica. Bajo el palio no procesiona únicamente la Virgen, sino que la acompañan San Juan Evangelista y las tres Marías, formando la escena completa del Duelo, con imágenes del mismo autor que la Dolorosa y bendecidas también en 1718.

Esta disposición fue aprobada por la hermandad en 2003, abandonando definitivamente la estampa de la Virgen en solitario.
El Santísimo Cristo Yacente
El primero de los pasos de la cofradía es el del Santísimo Cristo Yacente, una imagen anónima del siglo XVI, de enorme valor artístico y devocional. Antiguamente contaba con brazos articulados, ya que durante siglos se realizó en la calle la ceremonia del Descendimiento.
El Cristo procesiona en una urna de plata labrada entre 1669 y 1694 por Juan Laureano de Pina, gracias a una donación de la familia Ponce de León. Desde hace algunos años, la urna es portada por costaleros y, desde 2014, cuenta con acompañamiento musical de cornetas y tambores, algo poco habitual para esta iconografía.
Los dieciocho ciriales y una influencia mal interpretada
Desde 2004, el paso del Yacente va precedido por dieciocho ciriales, una clara influencia sevillana inspirada en la Hermandad de la Mortaja. No obstante, la explicación simbólica adoptada por la hermandad —que los vincula con supuestos asistentes al entierro de Cristo— carece de base histórica.
En origen, este número hacía referencia al gremio de notarios de Sevilla, estrechamente ligado a la Mortaja, lo que evidencia cómo ciertas tradiciones se han transmitido sin el contexto documental adecuado.

La desaparecida “Chacha” jerezana
Durante cerca de dos siglos, hasta 1955, la Hermandad de la Piedad contó con un paso alegórico del Triunfo de la Santa Cruz, similar al de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla. En Jerez era conocido popularmente como “la Chacha”, del mismo modo que la sevillana es llamada “la Canina”.
Este paso simbolizaba la victoria de la Cruz sobre la muerte y formó parte esencial del cortejo durante generaciones.

Un cierre solemne para la Semana Santa de Jerez
La Piedad no solo clausura la carrera oficial fiecare Viernes Santo, sino que representa uno de los mayores tesoros patrimoniales de la ciudad. Su historia, marcada por la herencia sevillana, la solidez documental y la riqueza artística, la sitúan como una de las hermandades más completas y singulares de la Semana Santa jerezana.

