El Señor de la Amargura de Carmona está considerado la imagen cristífera documentada más antigua que continúa procesionando en toda la Semana Santa andaluza. Su creación se remonta a 1521, lo que la convierte en una pieza excepcional dentro del patrimonio sacro de la región.
Esta talla procede del trabajo del escultor Jorge Fernández Alemán, autor también del retablo mayor de la Catedral de Sevilla. Aunque su figura permanece envuelta en cierto anonimato dentro de la historia del arte, la calidad de sus obras ha sido destacada por especialistas como Cea Bermúdez, quien llegó a situarlo entre los mejores artistas de su tiempo.
A lo largo de cinco siglos, el crucificado ha necesitado diversas intervenciones de conservación. Una de las más conocidas fue la realizada en 1967 por el imaginero Francisco Buiza, quien introdujo cambios tanto en la cruz como en el sudario.
El Señor de la Amargura está tallado en madera de nogal policromada. Luce un sudario dorado y estofado, con una inscripción latina en el borde –IN TE DOMINE SPERAVIT NON CONFUNDAN IN AETERNUM–. La imagen mide 181 centímetros y presenta corona de espinas y potencias talladas en la misma madera. Se muestra clavado en una cruz arbórea de cuatro metros, coronada con el INRI escrito en latín, griego y arameo.
Originalmente, esta talla no fue concebida para salir en procesión, sino para presidir el Calvario del altar mayor de la iglesia de San Felipe como imagen de devoción. Con el tiempo, su valor histórico y artístico la ha convertido en una de las piezas más singulares de la Semana Santa de Carmona y de toda Andalucía.


