El nacimiento de una devoción que marcó la historia de la ciudad
En la Sevilla del siglo XVI, la religiosidad popular encontró su máxima expresión a través del surgimiento y consolidación de las hermandades de penitencia. Estas cofradías dieron forma a lo que hoy conocemos como la Semana Santa sevillana, una manifestación que combina fe, arte, historia y sentimiento colectivo.
De gremios a hermandades penitenciales: el gran cambio
Las cofradías ya existían desde la Edad Media, vinculadas principalmente a gremios y a funciones asistenciales. Sin embargo, a finales del siglo XV y especialmente en el XVI, comienzan a adoptar un carácter penitencial. Este cambio supuso una transformación profunda: de asociaciones caritativas pasaron a ser corporaciones que realizaban estaciones públicas de penitencia durante la Semana Santa.
Las primeras procesiones y las imágenes en la calle
Hasta el siglo XVI, lo habitual era procesionar reliquias sagradas. Fue entonces cuando comenzaron a desfilar imágenes de Cristo y de la Virgen. Dos cofradías pioneras en este aspecto fueron la de la Vera Cruz, vinculada al convento de San Francisco desde 1468, y la del Santo Crucifijo del convento de San Agustín, con orígenes en 1314.
Estas hermandades fueron el germen de una expansión sin precedentes. Documentos de la época, como los de Sigüenza, recogen cifras sorprendentes: en 1579 se contabilizaban más de doce mil cofrades de penitencia en Sevilla.
El Vía Crucis a la Cruz del Campo: origen de la estación
En 1521, el marqués de Tarifa, Fadrique Enríquez de Ribera, instituyó el Vía Crucis desde su residencia (la actual Casa de Pilatos) hasta la Cruz del Campo. Esta devoción, inspirada en los recorridos de Tierra Santa, marcó un antes y un después al establecer por primera vez un trayecto para la penitencia pública. A lo largo de siete viernes de Cuaresma, los fieles rezaban mientras recorrían el itinerario con hábitos y capirotes.
La influencia del Concilio de Trento
Entre 1545 y 1563, el Concilio de Trento reforzó la importancia del culto público a las imágenes como medio de evangelización. La Iglesia promovió su salida a la calle para conmover a los fieles y atraer incluso a quienes no asistían al templo. En Sevilla, este impulso se tradujo en un aumento de imágenes procesionales y en una mayor solemnidad en las estaciones penitenciales.
Estaciones de penitencia y los primeros recorridos
Cada hermandad tenía su propio recorrido. Por ejemplo, la Vera Cruz realizaba cinco estaciones: San Francisco, la Catedral, El Salvador, Santa María Magdalena y San Pablo. La Trinidad, por su parte, visitaba seis templos distintos.
Ante la desorganización que esto generaba, en 1604 el cardenal Niño de Guevara impuso la obligatoriedad de pasar por la Catedral para las cofradías de Sevilla, y por la parroquia de Santa Ana para las de Triana. Así nació la carrera oficial, clave para regular el orden procesional y consolidar el modelo actual.
Hermandades nacidas o reformadas en el siglo XVI
Muchas de las cofradías que hoy procesionan en Sevilla tienen su origen o refundación en este siglo. Algunas destacadas son:
- El Silencio (fundada en 1340)
- La Hiniesta (refundada en 1879, con raíces en el siglo XV)
- Los Negritos (1393)
- Vera Cruz (refundada en 1942)
- Gran Poder (1431, reglas de 1587)
- El Valle (desde 1450)
- Esperanza de Triana (1481)
- San Benito, Cristo de Burgos, Montesión, Quinta Angustia y otras
Entre 1530 y 1595 se fundaron muchas más: Pasión, Sagrado Decreto, Dulce Nombre, Sagrada Cena, Encarnación, Montserrat, y la Macarena, establecida en 1595.
Devoción de todas las clases sociales
Las hermandades integraban a todos los sectores de la sociedad. Juristas, nobles, comerciantes, artesanos, negros y mulatos, estudiantes, panaderos, plateros o marineros encontraban en ellas un espacio de expresión religiosa y de pertenencia. Las cofradías reflejaban la Sevilla plural y devota del siglo XVI.
Hospitales y obras de caridad vinculadas a las hermandades
La mayoría de hermandades gestionaban hospitales o centros asistenciales. En 1586 había más de cien en la ciudad, aunque fueron reducidos a dos principales —Espíritu Santo y Amor de Dios— por decisión del cardenal Rodrigo de Castro en 1587, buscando una mayor eficacia.
El poder de la palabra: sermones y predicadores
Los sermones fueron un motor fundamental en la expansión del fervor cofrade. Grandes oradores como Juan de Ávila o Fernando de Contreras conmovían a los fieles y los animaban a integrarse en hermandades penitenciales como vía de conversión. A esto se sumaba la necesidad de expiar los pecados, en una época en la que las catástrofes naturales se interpretaban como castigos divinos.
La Cofradía de la Cárcel Real: penitencia entre rejas
Una cofradía singular surgió dentro de la propia cárcel de Sevilla a finales del siglo. Fundada por el jesuita Pedro de León, su objetivo inicial era combatir la blasfemia entre los presos. Con el tiempo, organizó procesiones penitenciales en el interior del penal durante el Viernes Santo, con disciplinantes, estandartes y pasos de la Pasión. Además, la cofradía liberaba a algunos presos por deudas gracias a las limosnas recogidas.
El siglo XVI, clave en la identidad cofrade sevillana
El siglo XVI fue, sin duda, el momento fundacional del modelo de Semana Santa que hoy emociona a millones. Las hermandades de penitencia surgieron como fruto de la espiritualidad de la época, se institucionalizaron con fuerza y establecieron tradiciones que han perdurado hasta nuestros días. Fue el siglo de la pasión popular, de la cruz en la calle, del canto de la fe hecho imagen, incienso y silencio.

