El primer pontífice latinoamericano deja un legado marcado por la reforma, la cercanía pastoral y su histórica convivencia con un papa emérito.
El papa Francisco ha fallecido este lunes a las 7:35 de la mañana en Roma, a los 88 años de edad, tras haber liderado la Iglesia Católica durante casi doce años. Jorge Mario Bergoglio, el primer pontífice procedente de América Latina y miembro de la Compañía de Jesús, cierra así un pontificado profundamente transformador y simbólicamente significativo.
El Papa murió después de haber sido hospitalizado durante más de un mes en el Policlínico Gemelli de Roma a causa de una infección respiratoria, detectada el pasado 14 de febrero. Aunque había sido dado de alta recientemente y llegó incluso a impartir este domingo la tradicional bendición urbi et orbi desde el Vaticano, su estado de salud se agravó en las últimas semanas.
El Vaticano confirmó que el pontífice había sufrido varios episodios de insuficiencia respiratoria aguda provocados por una severa acumulación de mucosidad bronquial, lo que derivó en complicaciones como broncoespasmos y la necesidad de realizarle dos broncoscopias. También fue necesario aplicar ventilación mecánica no invasiva. A pesar de la gravedad de su estado, el Papa permaneció “lúcido, orientado y colaborador” hasta sus últimas horas, según informó la Santa Sede.
La salud de Francisco había sido motivo de preocupación en varias ocasiones. En 2021 se sometió a una operación para extirpar parte del colon debido a una estenosis diverticular, y en 2019 fue intervenido de cataratas. Aun así, mantuvo una intensa actividad pública hasta el final de su vida.
Con su muerte, se abre una nueva etapa para la Iglesia Católica. El Vaticano deberá ahora activar los protocolos para la organización de las exequias y convocar al Cónclave que elegirá a su sucesor. Este proceso estará influido por el peso significativo de los cardenales designados por el propio Francisco, lo que podría marcar la continuidad de su legado reformista.
El papa Francisco no solo pasará a la historia por su origen argentino, sino también por haber compartido parte de su papado con su predecesor, el papa emérito Benedicto XVI, algo sin precedentes en tiempos modernos. Su liderazgo se distinguió por un enfoque pastoral más cercano, su énfasis en la justicia social, el medioambiente y la misericordia, así como por sus esfuerzos por modernizar aspectos estructurales del Vaticano.
Su fallecimiento deja un vacío profundo en la Iglesia, pero también un legado vivo que resonará durante generaciones.

