La Procesión Magna de Córdoba continúa dejando huella más allá del ámbito procesional gracias al lenguaje del arte. El pintor montillano Fran Gázquez ha plasmado en un óleo el histórico encuentro entre María Santísima de la Esperanza y María Santísima de la Paz y Esperanza Coronada, vivido el pasado 11 de octubre durante la Magna, convirtiendo aquel instante irrepetible en una obra destinada a perdurar en el tiempo.
Una obra nacida del acontecimiento
El lienzo surge como conmemoración directa de uno de los momentos más emotivos de la jornada: el encuentro protagonizado por la Virgen de la Esperanza, de la Hermandad de la Esperanza, y la Virgen de la Paz y Esperanza Coronada, titular mariana de la Hermandad de la Paz de Córdoba. La escena, ambientada en la calle Capitulares, traslada al plano pictórico la intensidad espiritual y simbólica que se vivió en el entorno urbano.
“El Encuentro”, título y concepto
La obra recibe el título de “El Encuentro”, una denominación que sintetiza el sentido profundo de la composición y articula todo su discurso visual. Se trata de un óleo sobre lienzo, realizado en un formato de 67 x 54 centímetros, dimensiones que concentran la escena y dirigen la mirada del espectador hacia los elementos esenciales del acontecimiento representado.
Los rostros como eje compositivo
En la estructura del cuadro destacan los rostros de ambas imágenes marianas, situados en un plano elevado que preside la escena y trasciende el tiempo concreto del suceso. Desde esa posición dominante, las titulares establecen un diálogo visual cargado de simbolismo y devoción, convirtiéndose en el eje emocional de la obra.
Bajo los pasos de palio, y envueltos entre nubes grises de incienso, se integran referencias a los nombres populares y a las advocaciones propias de cada imagen, reforzando la identidad individual de ambas sin romper la unidad compositiva del conjunto.
“Paz y Esperanza”, el mensaje que une
El eje central del lienzo lo ocupa la inscripción “Paz y Esperanza”, convertida en síntesis conceptual y cromática de la obra. El texto aparece resuelto mediante la fusión del blanco y el verde, colores característicos de ambas devociones, estableciendo un vínculo visual directo entre las dos imágenes representadas.
Esta misma expresión da nombre a la marcha interpretada por la banda en el inicio del encuentro, incorporando así al cuadro una dimensión sonora evocada desde lo visual, que remite a la música como parte esencial del recuerdo.
Pintura como memoria permanente
La obra de Fran Gázquez se presenta como un testimonio artístico de carácter perdurable, capaz de fijar en el tiempo un episodio que nació para ser vivido en la calle y que ahora encuentra continuidad en el lienzo. A través de la pintura, el encuentro de la Paz y la Esperanza trasciende el instante procesional y queda inscrito en la memoria colectiva, donde fe, música e imagen confluyen en una única narración visual.


