El pequeño pueblo de Ízbor, en la provincia de Granada, celebró este año sus fiestas en honor a San José con una única actividad: una solemne misa oficiada por el párroco Fernando Rodríguez Fernández. La imagen del santo, que tradicionalmente recorre las calles del pueblo en procesión, no pudo salir debido a la falta de personas jóvenes para cargarla.
La concejala del Ayuntamiento de El Pinar, María Isabel Gordo Pérez, explicó que el envejecimiento de la población y la ausencia de jóvenes residentes han sido los principales obstáculos. “Aquí la gente es mayor, y la imagen de San José pesa mucho. Las mujeres que antes lo llevaban ya no pueden porque su edad no se lo permite”, comentó.
Además, la edil señaló que otro factor que influyó fue la falta de presupuesto: “El dinero destinado a esta festividad se gastó en mayo, durante las celebraciones de la Santa Cruz”. Aunque Ízbor cuenta con 196 habitantes censados, solo un reducido número reside permanentemente, y la mayoría son personas mayores.
Historia y tradición en declive
En el pasado, las fiestas de San José en Ízbor eran un evento destacado que se extendía durante cuatro días, con procesiones, música, fuegos artificiales y una gran participación comunitaria. Sin embargo, con el paso del tiempo, estas celebraciones han ido perdiendo fuerza.
María Isabel Gordo recordó que, en verano, las imágenes de San Cayetano y la Virgen María sí pudieron procesionar gracias a la presencia de jóvenes que regresan al pueblo durante las vacaciones. Sin embargo, la imagen de San José, más pesada, no contó con el apoyo necesario.
Antiguamente, las bandas de música de Padul, Lanjarón y Dúrcal llenaban de alegría las calles, y los vecinos disfrutaban de bailes en casas particulares, como las del ‘Tío Dionisio’ o Manuel ‘El Coroño’. Hoy, muchas de esas tradiciones han desaparecido.
Un futuro incierto
La concejala expresó su esperanza de que en 2025 se recupere la procesión y la fiesta en todo su esplendor. “Queremos que la procesión vuelva, junto con la música, los fuegos artificiales y el ambiente festivo. Es una tradición centenaria que no debería perderse”, afirmó.
Mientras tanto, Ízbor sigue siendo un reflejo de los desafíos que enfrentan muchos pequeños pueblos de España: la despoblación, el envejecimiento de la población y la pérdida de tradiciones. Sin embargo, mantiene su encanto con sus calles de herencia musulmana, sus almendros y olivos excepcionales, y su rica historia de trabajo y esfuerzo comunitario.


