Desde su fundación en los años 30 hasta convertirse en uno de los referentes del Domingo de Ramos, la Hermandad de Jesús Despojado representa la historia viva de superación, arte y fe en la Semana Santa de Sevilla.
La Hermandad de Jesús Despojado de sus Vestiduras nace en 1936, en plena efervescencia social y religiosa, impulsada por el coadjutor de la parroquia de San Marcos, don Francisco Terrones, y un grupo de fieles.
En sus primeros días, la cofradía daba culto a un Cristo atribuido a Benito Hita del Castillo y a una Dolorosa anónima. Sin embargo, la tragedia golpeó pronto. El incendio de la iglesia durante la Guerra Civil destruyó ambas imágenes y dejó al proyecto al borde de la desaparición.
Lejos de disolverse, la Hermandad respondió con determinación. Se encargaron nuevas tallas al escultor Antonio Perea Sánchez. La Virgen fue entregada en 1937 y el Cristo en 1939, tallado desde la cárcel, tomando como modelo a un compañero de celda. Esta circunstancia le valió el apodo popular de “Cristo de la Cárcel”.
Primeros pasos y años de dificultad
La primera estación de penitencia tuvo lugar el Domingo de Ramos de 1941, saliendo desde el templo de Los Terceros. Entonces solo procesionaba un paso: Jesús Despojado acompañado por figuras secundarias de José Sanjuán.
Un año después, en 1942, la cofradía procesionó el Lunes Santo, pero fue sancionada por desorden en su cortejo. El conflicto interno y la falta de estructura acabaron provocando su disolución temporal. Las imágenes fueron depositadas en la iglesia de San Hermenegildo.
Renacimiento a partir de 1958
No sería hasta 1958 cuando, gracias a la constancia de Antonio Fernández Rodríguez, se recuperó el culto a los titulares. La Hermandad se reorganizó en la parroquia de San Julián y recibió una nueva imagen de la Virgen, aunque pronto se encargó una definitiva a Antonio Eslava Rubio, bendecida en 1962.
Durante los años 60 y 70, la Hermandad vivió una profunda renovación: se redactaron nuevas reglas (1972), se encargó la imagen de San Juan Evangelista y se trasladó a la parroquia de San Bartolomé, en el barrio de la Judería.
En 1978, la Hermandad procesionó por primera vez con dos pasos el Domingo de Ramos. Dos años después fue elegida la primera junta de gobierno y en 1982, tras años de búsqueda, encontró su sede definitiva: la Capilla del Mayor Dolor, en la Plaza de Molviedro.
Consolidación en Molviedro y crecimiento artístico
Desde su asentamiento en Molviedro, Jesús Despojado ha ido consolidando su patrimonio y su presencia en la Semana Santa sevillana. El paso de misterio ha sido enriquecido con nuevas figuras secundarias obra de Manuel Ramos Corona, entre 1998 y 2002.
También se ha invertido en la mejora de enseres, orfebrería y bordados. La Hermandad ha restaurado el estandarte, ha estrenado nuevas piezas textiles para la Virgen y ha ampliado su casa hermandad, dotándola de vitrinas y espacios expositivos.
En 2003 se presentó el libro “La Hermandad de Jesús Despojado: Historia y Patrimonio”, coordinado por el profesor Carlos José Romero Mensaque, que recopila la evolución devocional y artística de la corporación.
Una cofradía con identidad propia
El Cristo de Jesús Despojado, tallado entre rejas, representa hoy la fuerza de la fe nacida del sufrimiento. Cada Domingo de Ramos, su salida desde Molviedro congrega a miles de fieles que siguen el discurrir solemne de sus pasos hasta la Carrera Oficial.
La cofradía cuenta con un cortejo de más de 350 nazarenos, túnicas crema, capa y antifaz negros, y un acompañamiento musical muy reconocido: la Agrupación Musical Virgen de los Reyes tras el misterio y la Sociedad Filarmónica de Pilas tras el palio.
Hoy, un pilar del Domingo de Ramos
Jesús Despojado ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin renunciar a sus raíces. Su estación de penitencia es una de las más esperadas del Domingo de Ramos y su labor formativa, cultural y caritativa la sitúa entre las hermandades más activas del panorama sevillano.
Su historia es la historia de muchas cofradías sevillanas: nacidas del pueblo, forjadas en la adversidad y engrandecidas por la devoción. Pero en el caso de Jesús Despojado, esa historia lleva grabada la marca indeleble de la esperanza frente a la destrucción.
Hoy, su Cristo sigue caminando por Sevilla, recordando que incluso desde las ruinas se puede levantar un legado que perdure por generaciones.

