Con motivo de la celebración del 800 aniversario de la Aparición de la Santísima Virgen de la Cabeza, la Real e Ilustre Cofradía Matriz ha dado a conocer la obra pictórica y cartel oficial de esta histórica efeméride, una creación del reconocido artista malagueño Raúl Berzosa Fernández.
El lienzo se erige como un profundo homenaje a ocho siglos de fe, tradición y devoción mariana, recogiendo en una única escena el origen, el mensaje y la espiritualidad que envuelven a la Morenita del Cerro.
La Virgen de la Cabeza, naciendo de la luz
La composición sitúa a la Santísima Virgen en lo alto del Cerro de la Cabeza, envuelta en un manto que, lejos de ocultar, deja entrever su imagen primitiva. Coronada como Reina y portando al Niño Jesús, la Virgen aparece no solo iluminada, sino surgiendo de la propia luz, en una poderosa metáfora visual.
El resplandor dorado que envuelve la escena recuerda un amanecer que rompe la noche, evocando el momento en el que la Aparición trajo esperanza, consuelo y claridad espiritual a estas tierras.
Juan Alonso de Rivas y el reflejo de todos los devotos
En primer término, el artista representa al pastor Juan Alonso de Rivas, arrodillado de espaldas al espectador y acompañado por su rebaño, que también eleva la mirada hacia la Virgen.
La ausencia de rasgos faciales en el pastor no es fortuita. El propio autor ha explicado que este recurso simbólico pretende representar a todos los fieles que, a lo largo de los siglos, se han postrado ante María con humildad, fe y gratitud.
Símbolos del lugar y del milagro
El entorno natural cobra especial protagonismo. Las rocas y la vegetación propia del Cerro enmarcan la escena, mientras que una pequeña campana colgada de una rama remite al tintineo milagroso que, según la tradición, llamó al pastor aquella madrugada.
Sobre la escena, un cielo aún estrellado anuncia el inicio del día, reforzando la idea de tránsito entre la noche y la luz, entre lo terreno y lo divino.
Una composición que eleva la mirada
Toda la obra presenta una clara dirección ascendente, desde la tierra hacia el cielo, creando un recorrido visual y espiritual que simboliza el camino del ser humano hacia la gloria de la Madre de Dios.
Esta ascensión invita al espectador no solo a contemplar, sino a elevar el alma, conectando pasado, presente y fe viva.
Características artísticas de una obra única
La pintura está realizada en óleo sobre lienzo, alcanzando unas dimensiones finales de 195 x 114 centímetros, un formato acorde con la trascendencia de una conmemoración irrepetible.
Raúl Berzosa despliega una pincelada rica y expresiva, construyendo un refinado juego de claroscuros. Los ocres, blancos y tonos rojizos de la Virgen contrastan con una atmósfera envolvente de azules y grises, dotando a la imagen de una presencia viva, luminosa y profundamente espiritual.


