La Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón ante Anás, María Santísima del Rocío y Lágrimas y San Miguel Arcángel ha anunciado un importante cambio en su vida corporativa tras la celebración de un Cabildo General Extraordinario. A partir de ahora, los cultos se celebrarán en la iglesia de San Juan y Todos los Santos (la Trinidad), aunque la sede oficial de la cofradía seguirá siendo la capilla de San Roque, desde donde continuará realizando su salida procesional en Semana Santa.
En un comunicado, la Junta de Gobierno agradeció el apoyo del consiliario José Juan Jiménez Güeto, cuya colaboración ha sido clave en la toma de esta decisión que combina continuidad y renovación.
Una hermandad marcada por la devoción y la historia
La corporación nació en la parroquia de San Miguel, aunque a lo largo de los años ha estado vinculada a distintos templos hasta consolidar su sede en San Roque. Su primer titular fue María Santísima del Rocío y Lágrimas, presentada en 1990 y convertida en emblema fundacional. En 1993 se sumó la imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón, obra del imaginero cordobés Francisco Romero Zafra.
El primer paso de misterio desfiló en 1996 y, cuatro años después, en el 2000, la hermandad incorporó también el palio a su estación penitencial.
El misterio de Anás: dramatismo y fuerza expresiva
La imagen del Señor del Perdón representa el momento en que Cristo es llevado ante Anás, suegro de Caifás. Vestido con túnica blanca bordada en oro y con las manos atadas, gira bruscamente la cabeza tras recibir una bofetada de un guardia. Su expresión mezcla dolor, serenidad y dignidad.
El conjunto escultórico, completado por Manuel Luque Bonillo, incluye a Anás sentado en su trono, varios guardias y miembros del sanedrín, componiendo una escena cargada de teatralidad.
La Virgen del Rocío y Lágrimas, origen de la hermandad
La devoción a la Virgen del Rocío y Lágrimas fue el motor que impulsó la creación de la hermandad a inicios de los años noventa. La talla, salida del taller de Romero Zafra, presenta un rostro de gran realismo y expresividad: tez clara, labios carnosos y mirada baja, con los ojos enrojecidos por el llanto que transmiten un dolor contenido y conmovedor.


