La década de 1930 marcó uno de los capítulos más difíciles para Sevilla y para sus hermandades. En un contexto de tensión política, conflictos sociales y episodios violentos, muchas imágenes de gran devoción se vieron amenazadas. Sin embargo, pocas historias son tan sorprendentes como la de la Esperanza Macarena, que logró sobrevivir a aquellos años gracias a operaciones clandestinas y a la valentía de varios hermanos.
1932: un armario convertido en refugio
En agosto de 1932, tras el fracaso del golpe del general Sanjurjo contra el Gobierno republicano, el clima en Sevilla se tornó especialmente inestable. La Junta de Gobierno de la Hermandad de la Macarena temía por la integridad de la imagen y decidió actuar con discreción.
Francisco Pareja Muñoz, entonces secretario de la corporación, tomó una decisión arriesgada: retiró la imagen de San Gil junto a su hermano, ocultándola dentro de una simple caja de sombreros. Ningún testigo conoció aquel traslado clandestino.
Una vez en su domicilio, ambos la escondieron en un armario, envuelta en paños negros, donde permaneció protegida durante cuatro meses. Aquel improvisado escondite permitió que la imagen no corriera la misma suerte que otros templos e imágenes amenazadas en ese periodo.
1936: un cajón para escapar de la quema de iglesias
Los años previos a la Guerra Civil fueron especialmente tensos para la provincia de Sevilla, marcada por disturbios, incendios y episodios anticlericales. El 12 de febrero de 1936, apenas unos meses antes del estallido del conflicto, la hermandad volvió a actuar para preservar a la Esperanza.
Ese día, la Virgen fue colocada en un cajón y trasladada al domicilio de Antonio Román Villa, en la céntrica calle Orfila. Antes de llegar allí, los hermanos realizaron varias vueltas por la ciudad en una furgoneta para evitar cualquier sospecha o seguimiento.
En su nueva ubicación, una habitación fue transformada en un pequeño oratorio. Allí permaneció la imagen, ataviada con un tocado monjil, la saya morada bordada por Elisa Rivera en 1880 —primer diseño de Juan Manuel Rodríguez Ojeda— y las manos cruzadas. Aquella decisión la salvó del incendio que destruyó la iglesia de San Gil el 18 de julio de 1936.
La Macarena, en «exilio» hasta 1942
A pesar de su situación de clandestinidad, la Esperanza Macarena continuó realizando estación de penitencia durante los años más duros del conflicto, saliendo desde la iglesia de la Anunciación. Tras cada estación, la hermandad decidió que la imagen visitara a los enfermos y heridos en el antiguo Hospital, hoy sede del Parlamento de Andalucía.
En 1937, la visita tuvo lugar en la mañana del Sábado Santo. La llegada de la Virgen al barrio despertó una emoción indescriptible entre los macarenos, que la recibieron entre plegarias y vítores. Los soldados convalecientes depositaron ramos de flores a sus pies en un gesto cargado de simbolismo.
No fue hasta 1942 cuando la Esperanza Macarena pudo regresar definitivamente a un San Gil reconstruido, poniendo fin a uno de los episodios más extraordinarios de su historia.


