La procesión de la Virgen del Tránsito, popularmente conocida como la Virgen de Acá, es una de las tradiciones más antiguas y queridas del barrio de San Basilio en Córdoba. Su devoción, documentada desde mediados del siglo XIX, dejó una profunda huella en la vida religiosa y popular de la ciudad, especialmente durante las primeras décadas del siglo XX.
Las primeras referencias escritas se encuentran en el Diario de Córdoba de 1864, donde ya se mencionaba la procesión celebrada cada 15 de agosto, coincidiendo con la festividad de la Asunción de la Virgen. La imagen, atribuida al escultor Gómez de Sandoval en el siglo XVIII, no es de candelero y destaca por su naturalidad gracias al uso de pelo natural y un cuerpo esbozado.
En los años 20, el cronista Ricardo de Montis dejó constancia del fervor popular en su obra Notas Cordobesas, describiendo cómo los campesinos acudían vestidos con sus mejores galas y cómo las calles del barrio se llenaban de fieles que exclamaban con entusiasmo: “¡Viva la Virgen de acá!”.
La tradición, sin embargo, vivió un momento decisivo en los años 30, cuando cambió notablemente la forma de procesionar a la Virgen. La revista Córdoba Gráfica, en su edición del 15 de agosto de 1933, documentó la última salida de la imagen antes de su transformación estética. En aquellas procesiones, la Virgen aparecía sobre un camastro rococó con tres andas, rodeada de angelitos y bajo un dosel de telas y preseas, una estampa muy distinta a la urna en la que hoy se venera.
Entre 1931 y 1934 la procesión dejó de celebrarse, aunque en 1935 se organizó una salida extraordinaria. Al año siguiente, con Francisco Ruiz como hermano mayor, la devoción volvió a recorrer las calles, pero con una impronta renovada que marcaría para siempre la identidad de la Virgen de Acá.
La historia de esta devoción refleja cómo la religiosidad popular cordobesa supo adaptarse a los tiempos sin perder la esencia de una tradición que sigue viva en el corazón de San Basilio.

