En el corazón de la Sevilla de 1924, mientras la ciudad se preparaba para la revolucionaria Exposición Iberoamericana de 1929, la Semana Santa vibraba al compás de bandas míticas y otras hoy desaparecidas. Formaciones como la Banda Obrera, el Regimiento de Infantería Granada n.º 34 o los Salesianos dejaban su huella en los cortejos procesionales, acompañando las emblemáticas figuras de la pasión sevillana. Este viaje al pasado nos invita a redescubrir los sonidos que inundaron las calles de una ciudad en transformación.
Una Sevilla en plena metamorfosis
El año 1924 comenzó con importantes avances internacionales, como el descubrimiento del Bacillus Calmette-Guérin, base de la vacuna contra la tuberculosis, y gestos históricos como la liberación de Mahatma Gandhi en la India. Mientras tanto, en Sevilla, el bullicio de las obras anticipaba la Exposición Iberoamericana. Las calles mezclaban coches y jinetes, mientras el Sevilla FC y el Real Betis Balompié recorrían los estadios de España. Este panorama de cambio también se reflejaba en la Semana Santa, que mostraba una riqueza cultural y musical excepcional.
Bandas y cofradías: una alianza histórica
Gracias al detallado estudio “De Bandas y Repertorios. La música procesional en Sevilla desde el siglo XIX” de José Manuel Castroviejo López, conocemos las bandas que acompañaron a los pasos procesionales de 1924. La Hermandad de la Hiniesta, por ejemplo, confió en la Banda Obrera (hoy Banda de Música del Maestro Tejera) para acompañar a su Virgen Dolorosa barroca. Esta banda, activa desde 1919, evolucionó en las décadas siguientes hasta convertirse en un referente musical en la ciudad.
Por su parte, el Cristo de la Buena Muerte de la misma cofradía marchó al ritmo del Regimiento de Infantería Granada n.º 34, una formación que también dejó su impronta tras el Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas del Museo durante el Lunes Santo.
Innovaciones musicales en los cortejos
El Domingo de Ramos de 1924 marcó un hito con el estreno de “Pasan los campanilleros”, interpretada por la banda del Regimiento de Soria n.º 9 tras el misterio de la Sagrada Entrada en Jerusalén. Esta banda, dirigida por Manuel López Farfán, también acompañó a la Virgen de la Candelaria y a la Esperanza Macarena en la Madrugá, consolidándose como un pilar de la Semana Santa.
Otro aspecto destacado fue la participación de bandas de instituciones como el Hospicio Provincial, cuyos músicos acompañaron al Cristo del Buen Fin y a la Virgen de los Ángeles, o la Banda Municipal, que puso su sello tras la Virgen de la Amargura y el misterio de la Lanzada.
Formaciones desaparecidas que dejaron huella
Entre las bandas ya extintas, destaca la del Tubero, llamada así por su fundador, José “El Tubero”, conocida por su participación tras el Cristo de la Exaltación. Igualmente, la banda de los Salesianos, fundada en 1895 y con un papel fundamental en procesiones como la de la Soledad de San Buenaventura, aportó un carácter distintivo a la Semana Santa de aquel tiempo.
La Madrugá: emblema del fervor musical
La Madrugá de 1924 no fue ajena a la intensidad musical que caracteriza esta jornada. La Centuria Macarena, refundada en 1897, acompañó al Señor de la Sentencia, mientras que la Cruz Roja marcó el paso de la Esperanza de Triana al cruzar el Guadalquivir. La Guardia Civil y la Banda Municipal, por su parte, se hicieron notar en las procesiones del Cachorro y la Virgen del Patrocinio.
Un legado que perdura
La música procesional de 1924 no solo acompañó a las cofradías, sino que dejó un legado que aún resuena en las calles de Sevilla. A través de las bandas clásicas y las ya desaparecidas, la Semana Santa de hace un siglo se alza como testigo de una época de transición y modernidad en la capital hispalense. Hoy, gracias a los estudios y documentos conservados, revivimos un fragmento de nuestra historia cultural y religiosa que sigue inspirando a generaciones.

