El nombre de la Macarena, inseparable hoy de la devoción a la Virgen de la Esperanza, sigue siendo uno de los grandes enigmas históricos de Sevilla. Aunque la hermandad adoptó oficialmente el título de Esperanza Macarena bien entrado el siglo XX, lo cierto es que el pueblo llevaba siglos llamando así a la imagen por su vinculación con el barrio. Pero ¿de dónde procede realmente el término Macarena?
A lo largo del tiempo, historiadores y estudiosos han planteado cinco grandes teorías que sitúan el origen del nombre en diferentes épocas históricas, desde la Antigüedad hasta el periodo islámico. Todas coinciden en un punto: la denominación es anterior a la configuración urbana del barrio tal y como hoy lo conocemos.
Un nombre anterior al barrio y a la hermandad
La Hermandad de la Esperanza se fundó hace más de cuatro siglos como una corporación de gloria en el desaparecido convento de San Basilio. Sin embargo, el apelativo Macarena ya existía y estaba plenamente arraigado en el lenguaje popular mucho antes de que se incorporara oficialmente al título de la Virgen. De hecho, la puerta norte de la Sevilla islámica era conocida como Bab al-Makrin, antecedente directo del nombre actual.
A partir de ahí, se han desarrollado cinco hipótesis principales.
La teoría fenicia: el camino de los macarenos
La más antigua sitúa el origen del nombre en época fenicia o tartésica. Según esta línea de estudio, Macarena haría referencia a un territorio amplio que incluía el conocido Cerro Macareno, en La Rinconada, un importante yacimiento arqueológico del siglo VIII a. C.
Desde este punto partiría un antiguo camino que conectaba dicho enclave con la zona norte de la actual Sevilla. El término habría evolucionado con el paso de las civilizaciones —griega, romana y árabe— hasta llegar al castellano como Macarena.
La teoría griega: la hija de Hércules
Otra hipótesis enlaza el nombre con la mitología griega. Sevilla atribuye tradicionalmente su fundación a Hércules, y una de sus hijas, según algunas fuentes, se llamaba Macarisuena, nombre que el latín simplificó como Macaria.
Esta teoría vincula el topónimo con la herencia mítica de la ciudad, reflejada en inscripciones y tradiciones que han pervivido a lo largo de los siglos, especialmente en torno al simbolismo fundacional de Sevilla.
La teoría latina: la villa de Macarius
Más ligada a la romanización de Hispalis es la teoría que atribuye el nombre a un patricio romano llamado Macarius, propietario de una villa situada al norte de la ciudad, extramuros.
Con el tiempo, su nombre habría derivado en Macarena mediante la adición del sufijo “-ena”, común en muchos topónimos andaluces como Marchena, Mairena o Gerena. Aunque muy extendida, esta hipótesis carece de una base documental sólida.
La teoría paleocristiana: Santa Macrina
Una de las explicaciones que mayor respaldo ha ganado en las últimas décadas es la paleocristiana, vinculada a Santa Macrina, figura destacada de la Iglesia oriental y muy venerada por la orden basiliana.
El historiador Julio Mayo defendió que la toponimia rural de esta zona de Sevilla ya hacía referencia a Santa Macrina antes incluso de la fundación de la hermandad. La existencia de una imagen de la santa en San Gil, con llamativos paralelismos iconográficos con la Virgen de la Esperanza, refuerza esta teoría.
Además, la relación del convento de San Basilio con esta devoción y la coincidencia cronológica con Juan de Mesa y su entorno artístico hacen que muchos investigadores vean aquí una de las explicaciones más coherentes.
La teoría almohade: la alquería de Maqrana
La última teoría, y la más aceptada por la historiografía contemporánea, sitúa el origen del nombre en época almohade. Diversas fuentes documentales apuntan a la existencia de una alquería llamada Maqrana, situada junto a la muralla norte de Isbiliya.
El escritor Alonso Morgado ya recogía en 1587 que la Puerta de la Macarena debía su nombre a un moro principal llamado Macarea o Macarena, propietario de tierras en el entorno del actual camino de La Rinconada. En esta zona existía además una torre defensiva cuyo nombre ha perdurado hasta nuestros días.
Un nombre con más de mil años de historia
Macarisuena, Macarius, Macrina, Macarea, Maqrana… El abanico de posibilidades demuestra la riqueza histórica y simbólica de un nombre que podría remontarse hasta diez siglos antes del nacimiento de Cristo.
Sea cual sea su verdadero origen, la Macarena es hoy mucho más que un topónimo: es identidad, devoción y memoria colectiva de Sevilla, un nombre que, como dice la copla, “qué bien suena” y que continúa despertando estudio, pasión y debate.


