La Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba ha dado un paso firme hacia la organización y la claridad con la aprobación de un nuevo protocolo de actuación frente a la lluvia durante la Semana Santa 2025, un conjunto de normas diseñadas para unificar criterios y evitar el desconcierto que en años anteriores, como el lluvioso 2024, marcó las jornadas procesionales. Este procedimiento, que incluye medidas como la autorización de dos venias de 30 minutos cada una, la prohibición de adelantar las salidas y la obligación de recuperar el tiempo perdido antes de ingresar en la carrera oficial, busca ofrecer una respuesta ordenada y consensuada ante las inclemencias meteorológicas, un desafío recurrente en la pasión cordobesa. La imagen de la Hermandad del Amor bajo la lluvia en la pasada Semana Santa, capturada por el fotógrafo Pablo Cabrera, sigue resonando como un recordatorio de la necesidad de estas reformas.
El anuncio, realizado este 5 de marzo de 2025 por Adrián Ramírez, llega tras meses de trabajo continuo liderado por Rafael López, vocal de estación de penitencia de la agrupación, quien ha destacado que el objetivo principal es “poner negro sobre blanco cómo deben actuar las hermandades en caso de lluvia”. Según López, este protocolo, consolidado en la última reunión de la entidad, pretende “acabar con el descontrol y las dudas” que han caracterizado situaciones de incertidumbre climática, asegurando una “uniformidad de criterios” que beneficie tanto a las cofradías como a los fieles y visitantes que cada año llenan las calles de Córdoba. La Cuaresma, que ya se respira en la ciudad, se presenta así como el preludio de una Semana Santa especialmente esperada tras las complicaciones del año anterior, cuando las precipitaciones obligaron a múltiples suspensiones y ajustes improvisados.
El nuevo procedimiento detalla cómo las hermandades deberán actuar ante la amenaza o la presencia de lluvia. En primer lugar, cada cofradía designará un interlocutor único, encargado exclusivo de comunicarse con la agrupación, evitando así malentendidos o decisiones descoordinadas. Una de las normas más destacadas es la prohibición de adelantar la hora de salida: las hermandades solo podrán retrasarla, notificando este cambio con un máximo de quince minutos de antelación respecto a la hora oficial establecida. Una vez autorizado el retraso, se concederá una primera venia de 30 minutos, un margen flexible que no será obligatorio agotar, pero cuyo tiempo consumido deberá recuperarse íntegramente al llegar al palco de entrada de la carrera oficial, garantizando que el ritmo general de la jornada no se vea afectado.
Además, el protocolo contempla la posibilidad de una segunda venia, también de media hora, que solo podrá ser aprobada por la vocalía de estación de penitencia, reforzando el control centralizado sobre las decisiones. Otro punto clave es la restricción a modificar recorridos por iniciativa propia: cualquier alteración en el itinerario habitual requerirá el visto bueno expreso de la vocalía, asegurando que los cambios sean coherentes y no generen caos en el desarrollo de las procesiones. En casos de retrasos significativos, independientemente de su causa, las hermandades corren el riesgo de perder su lugar asignado en el acceso a la carrera oficial, una medida que busca preservar la fluidez y el orden en uno de los tramos más emblemáticos y concurridos de la Semana Santa cordobesa.
El protocolo también aborda qué hacer si la lluvia sorprende a una cofradía ya en la calle durante su estación de penitencia. Si una hermandad opta por refugiarse, deberá comunicarlo de inmediato a la agrupación tan pronto como se tome la decisión, facilitando una coordinación ágil con el resto de las corporaciones. Para optimizar la reorganización del cortejo en estas circunstancias, se recomienda que los nazarenos formen filas de tres componentes, una disposición que agiliza los movimientos y minimiza las interrupciones. Estas directrices, pensadas para cubrir todas las eventualidades, reflejan el esfuerzo de la Agrupación de Hermandades y Cofradías por anticiparse a los imprevistos y ofrecer una Semana Santa más estructurada y previsible, sin sacrificar la esencia de una celebración profundamente arraigada en la identidad de Córdoba.


