La ciudad de Sevilla ha sido escenario de eventos cofrades de gran relevancia histórica y cultural. Entre ellos, destaca la emblemática exposición ‘Magna Hispalensis’, celebrada en 1992, en el marco del Quinto Centenario del Descubrimiento de América y el Santo Entierro Grande. Este evento marcó un hito en la historia cofrade y patrimonial de la ciudad.
La ‘Magna Hispalensis’: Una Exposición de Lujo
Inaugurada el 5 de mayo de 1992 en la Catedral de Sevilla y abierta hasta el 31 de octubre del mismo año, la ‘Magna Hispalensis’ atrajo a destacadas personalidades nacionales e internacionales. Entre sus visitantes estuvieron los Reyes de España, Don Juan Carlos I y Doña Sofía; el presidente del Gobierno, Felipe González; así como los entonces príncipes de Gales, Carlos de Windsor (hoy Rey Carlos III) y Diana Spencer.
Obras Cofrades de Excepción
La exposición reunió piezas de incalculable valor artístico y religioso. Entre las imágenes procesionales participantes destacaron el Cristo de las Misericordias de la Hermandad de Santa Cruz y la Virgen de la Candelaria, que fueron trasladados en sus pasos procesionales el 25 de abril de 1992. El paso del crucificado se situó tras la puerta de San Miguel, mientras que el paso de palio encontró su lugar en el baptisterio, generando gran expectación entre los sevillanos.
Tesoros Patrimoniales
La exposición también incluyó piezas emblemáticas como la Custodia de Arfe y esculturas de gran renombre, como la Virgen del Buen Aire de San Telmo, el San Ignacio de Loyola de Juan Martínez Montañés, y los santos dominicos de Madre de Dios, obra de Jerónimo Hernández. Otra joya destacada fue la Virgen de la Victoria de la parroquia de Santa Ana.
Impacto en las Tradiciones Sevillanas
La realización de esta magna exposición supuso ajustes en las tradicionales procesiones del Corpus Christi y de la Virgen de los Reyes, que se organizaron desde la parroquia del Sagrario para adaptarse al evento.
Legado Cultural
‘Los Esplendores de Sevilla’ y la ‘Magna Hispalensis’ consolidaron en 1992 a Sevilla como epicentro cultural y religioso, ofreciendo una oportunidad única para contemplar el arte sacro en todo su esplendor. Estas exposiciones no solo fueron un homenaje al pasado, sino también un punto de partida para la valoración del patrimonio cofrade.

