El reconocido escultor e imaginero Manuel Martín Nieto ha finalizado una nueva creación: su primer Sagrado Corazón de Jesús, una imagen de gran formato que presidirá la parroquia de San Enrique de Ossó, situada en L’Hospitalet de Llobregat. La obra, concluida tras un dilatado proceso de trabajo, será una de las piezas centrales del templo catalán.
El imaginero de Morón ha explicado que este proyecto ha surgido de un prolongado periodo de entrega silenciosa, oración y búsqueda artística, un método habitual en su taller:
«Disfruto profundamente del proceso íntimo de creación, pero también me llena el alma poder mostraros el resultado y sentir, a través de vuestra mirada, si esta obra logra tocar vuestro corazón, tanto como imagen de fe como pieza artística».
Una talla de tamaño natural realizada en cedro real
El Sagrado Corazón presenta 1,83 metros de altura y está tallado por completo en madera de cedro real, incluida la peana. La pieza está estucada y policromada al óleo, una técnica que el autor utiliza también en los ojos para dotarlos de mayor vida, dulzura y realismo.
En esta ocasión, el imaginero ha incorporado pestañas de pelo natural en el párpado superior, acentuando la humanidad del rostro de Cristo.
Las labores de estofado al temple, dorado y ejecución del corazón han sido realizadas por Manuel Peña Suárez, a quien Martín Nieto reconoce por su «sensibilidad y maestría». Además, destaca la participación de Pablo de Haro, responsable del meticuloso pulido del dorado.
Una imagen serena y contemporánea, centrada en el corazón de Cristo
Sobre la obra, el autor detalla:
«Cristo aparece con una expresión serena y ungida, abriendo suavemente su túnica para mostrar su corazón. He prescindido del manto para optar por una túnica sencilla cuyos paños —trabajados con especial cuidado— aportan vida y realismo, sin restar protagonismo a lo esencial: el corazón que arde de amor por la humanidad».
Martín Nieto reconoce que esta escultura ha supuesto «un auténtico desafío», al buscar un enfoque más sobrio y contemporáneo, alejado de las formas barrocas habituales en esta iconografía, pero sin renunciar al clasicismo que caracteriza su obra.


