La Hermandad de la Misericordia y las Angustias de Montoro ha presentado la pintura que ilustrará el cartel conmemorativo del Vía Crucis Magno de Córdoba 2025, que se celebrará el próximo mes de octubre. La obra, creada por la artista y miembro de la Junta de Gobierno Alba Carrillo Peña, ha sido ofrecida como obsequio a la corporación, que ha agradecido el gesto calificándolo como «valioso» y «cargado de sensibilidad».
La pintura inmortaliza un momento histórico para la hermandad: el traslado de Nuestra Señora de las Angustias por las calles de la capital cordobesa rumbo a la Santa Iglesia Catedral, un acontecimiento de gran carga devocional y simbólica.
Un retrato cargado de simbolismo
En el centro de la composición, la Virgen de las Angustias aparece sentada, sosteniendo en su regazo el cuerpo yacente de Cristo. La escena está enmarcada por un arco de herradura bicolor, emblema arquitectónico de Córdoba, que actúa como umbral sagrado y metáfora de María como «puerta de salvación».
Al fondo, se distingue la Mezquita-Catedral de Córdoba, escenario principal del Vía Crucis Magno, bajo un cielo azul intenso que simboliza la realeza de María, la esperanza y la paz, en contraste con el dramatismo de la Pasión.
Iconografía mariana y mensaje de fe
La Virgen luce una corona dorada rematada con estrellas blancas, evocando el dogma de la Inmaculada Concepción y la cita bíblica del Apocalipsis: «Mujer vestida de sol, coronada con doce estrellas». Las estrellas, dotadas de luz propia, transmiten el papel de María como faro de consuelo y esperanza incluso en medio del dolor más profundo.
La hermandad subraya que Córdoba, durante el Vía Crucis Magno, se convertirá en custodia del dolor redentor de Cristo y del consuelo maternal de la Virgen, en una manifestación pública de fe que une siglos de historia, tradición y devoción.
Un regalo con valor eterno
En su agradecimiento, la corporación ha destacado el talento y la dedicación de Alba Carrillo Peña, capaz de capturar no solo la imagen física de la titular, sino también la emoción y la espiritualidad del acontecimiento. «Este obsequio ocupará siempre un lugar especial, no solo en nuestro espacio, sino también en nuestra memoria y en nuestro corazón», afirma la hermandad, que considera la pintura un testimonio perdurable de un momento histórico para Montoro y Córdoba.


