Cada 15 de agosto, el barrio cordobés de San Basilio se llena de fe y tradición con la procesión de la Virgen del Tránsito, una de las imágenes más queridas de la ciudad. Popularmente conocida como la «Virgen de Acá», esta advocación mariana forma parte de las devociones letíficas más arraigadas de Córdoba, con una historia tan curiosa como singular.
La denominación de la Virgen se remonta al siglo XIX, cuando Córdoba estaba dividida en dos grandes zonas: la Villa y la Ajerquía, separadas por un eje que iba desde la Cruz del Rastro hasta la Puerta del Rincón. En aquella época existían dos imágenes de la Dormición de María: una en la iglesia de San Agustín y otra en el Alcázar Viejo, en San Basilio.
Para diferenciarlas, los vecinos comenzaron a llamarlas de manera coloquial: la Virgen del Alcázar Viejo pasó a ser la «Virgen de Acá», mientras que la de San Agustín fue conocida como la «Virgen de Allá». Ambas tuvieron cofradías y procesiones propias, aunque en el caso de la segunda, su salida fue más intermitente.
Desde 1936, la procesión de la Virgen del Tránsito en San Basilio se ha mantenido de forma ininterrumpida, convirtiéndose en una cita fundamental del verano cordobés. La imagen, de gran dulzura y atribuida al escultor Gómez de Sandoval en el siglo XVIII, sigue recibiendo culto durante todo el año en su templo y congrega a cientos de fieles en su festividad.
Por su parte, la devoción a la «Virgen de Allá» se reactivó en 2013 en San Agustín, recuperando así parte de la tradición perdida. Sin embargo, es la Virgen de Acá la que, generación tras generación, continúa siendo un símbolo de identidad y fervor para los vecinos de San Basilio y para toda Córdoba.

