El Papa Francisco ha reafirmado su compromiso con la unidad de los cristianos al declarar que la Iglesia Católica está dispuesta a aceptar una fecha común para la celebración de la Semana Santa. Durante su homilía en la misa celebrada este sábado en la basílica de San Pablo Extramuros, en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, el pontífice enfatizó la importancia de superar las divisiones históricas entre las distintas confesiones cristianas.
Este debate, que ha estado presente durante décadas, ha cobrado mayor relevancia en los últimos años. El desacuerdo sobre la fecha de la Pascua radica principalmente en el uso de diferentes calendarios: el gregoriano, adoptado por la mayoría de las iglesias occidentales, y el juliano, seguido por las iglesias ortodoxas. Esta divergencia genera que la celebración de la Pascua, el evento central del cristianismo, ocurra en fechas distintas, dificultando la unidad visible entre los fieles de diferentes tradiciones.
En sus palabras, el Papa destacó: «La Iglesia católica está dispuesta a aceptar la fecha que todos quieran para favorecer la unidad de todos los cristianos». Este gesto representa una disposición significativa hacia el consenso, ya que implica la posibilidad de renunciar al actual cálculo basado en el primer solsticio después de la luna llena de marzo.
El Papa también subrayó la coincidencia excepcional de este año 2025, en el que la Pascua será celebrada el mismo día tanto en el calendario gregoriano como en el juliano. Este hecho, que ocurre en ocasiones puntuales, coincide además con el aniversario del Concilio de Nicea (325 d.C.), un momento histórico clave en el que se estableció la fórmula para calcular la fecha de la Pascua. «Providencialmente, este año, la Pascua se celebrará el mismo día en ambos calendarios, precisamente durante este aniversario ecuménico. Que esta coincidencia sirva de llamada a todos los cristianos para dar un paso decisivo hacia la unidad», afirmó el pontífice.
El Papa Francisco también recordó los esfuerzos iniciados por el Beato Pablo VI, quien ya en su tiempo expresó la disposición de la Iglesia Católica a adoptar una fecha fija para la Pascua. Desde entonces, el tema ha sido objeto de diálogos ecuménicos, aunque no se ha alcanzado un acuerdo definitivo.
La propuesta de una fecha única para la Semana Santa tiene profundas implicaciones no solo espirituales, sino también prácticas y simbólicas. Una celebración común reforzaría los lazos entre las distintas confesiones cristianas, enviando un poderoso mensaje de reconciliación y cooperación al mundo.
En este contexto, el llamamiento del Papa Francisco adquiere un significado especial, ya que busca avanzar hacia la unidad visible de los cristianos, uno de los objetivos fundamentales del movimiento ecuménico. La coincidencia de fechas en 2025 podría servir como catalizador para un diálogo más profundo y fructífero entre las distintas iglesias.
La posibilidad de una fecha fija para la Semana Santa no solo refleja un deseo de unidad entre los cristianos, sino también un esfuerzo por recuperar el espíritu de comunión que caracterizó a la iglesia primitiva. Este cambio, aunque desafiante, podría marcar un antes y un después en la historia del cristianismo, uniendo a millones de fieles en torno a la celebración más importante de su fe.
Con este gesto, el Papa Francisco continúa demostrando su liderazgo en el ámbito ecuménico, invitando a todas las confesiones cristianas a reflexionar sobre la importancia de caminar juntas hacia la reconciliación y el entendimiento mutuo. La unidad de los cristianos no es solo un ideal teológico, sino un testimonio vivo del amor y la fe compartidos que pueden transformar el mundo.

