El próximo lunes 10 de marzo, el Vía Crucis de las Hermandades será presidido por la venerada imagen del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas, en un acto piadoso que marca el inicio de la Cuaresma en la ciudad. Este evento religioso se ha consolidado como una tradición anual, celebrándose el primer lunes de Cuaresma en la Catedral. Esta será la segunda vez que el Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas tenga el honor de presidir el Vía Crucis, siendo la anterior ocasión en 1993.
Este hecho adquiere un significado especial, ya que coincide con el centenario de la llegada de la imagen a la capilla de los Desamparados en 1925, tras haber pasado previamente por la desaparecida iglesia de San Agustín y la entonces Colegial. La Cofradía del barrio de La Albarizuela, encargada de la veneración de esta imagen, celebra con entusiasmo este anuncio realizado por el Consejo local de la Unión de Hermandades, destacando la relevancia histórica de este acto en el contexto de la efeméride.
Un Vía Crucis que reforzará los lazos con la comunidad
Como es tradición, el Vía Crucis tendrá lugar en el interior de la Catedral, y la Hermandad de la Coronación de Espinas asumirá la responsabilidad de organizar los traslados tanto de ida como de regreso a su templo. Este evento no solo será un momento de recogimiento y devoción para los feligreses, sino que también marcará un punto culminante en las celebraciones conmemorativas del centenario, reforzando los lazos de la hermandad con la comunidad.
Historia y valor artístico del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas
La imagen del Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas tiene un profundo valor histórico y artístico. Se remonta al siglo XVII, con un encargo documentado en 1625 a los artistas Pedro Grass y Elías Mez, de origen alemán y flamenco, respectivamente. Sin embargo, algunos historiadores no descartan la posibilidad de que la imagen fuera esculpida por el artista holandés Pedro Relingh, afincado en Sanlúcar de Barrameda, dada la similitud estilística y técnica con otras de sus obras.
El Cristo de la Coronación de Espinas está tallado en madera de cedro y presenta una imagen sedente con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Su expresión, cargada de dolor y dulzura, transmite el sufrimiento de la tortura y el perdón hacia aquellos que se burlan de Él. Las manos están delicadamente cruzadas sobre su regazo, con el pie derecho adelantado respecto al izquierdo, en una composición que refleja serenidad y entrega.
Intervenciones artísticas a lo largo del tiempo
A lo largo de los siglos, la imagen ha sido objeto de varias intervenciones de restauración, garantizando su conservación y esplendor. La primera restauración documentada tuvo lugar en 1896, a cargo del ebanista y dorador Manuel Daza Perea. Posteriormente, en 1963, el escultor Márquez realizó otra intervención, seguida de una importante restauración en 1981 llevada a cabo por el profesor Francisco Arquillo Torres. La más reciente fue en 2018, cuando la empresa jerezana S&S fue encargada de devolver el brillo a esta obra maestra.

