La histórica Procesión Magna celebrada este fin de semana en Sevilla, que congregó a unas 700.000 personas según la Policía Local, ha dejado un sabor agridulce en el sector de la hostelería. La Asociación de Hosteleros de Sevilla ha expresado su descontento con el Ayuntamiento por lo que consideran «un exceso de miedo» en la gestión de la jornada, lo que llevó al cierre forzoso de un centenar de bares y restaurantes debido a restricciones de seguridad.
Medidas preventivas polémicas
La Procesión Magna, que sacó a las calles a las imágenes más veneradas como El Gran Poder, La Macarena y La Esperanza de Triana, fue concebida como un evento de gran afluencia, con previsiones iniciales que estimaban un millón de visitantes. Ante esta posibilidad, el Ayuntamiento decidió implementar estrictas medidas para evitar posibles aglomeraciones peligrosas.
Entre estas medidas destacó la retirada de veladores en las zonas más transitadas del casco histórico. Aunque esta práctica es habitual durante la Semana Santa, suele limitarse a las horas inmediatas al paso de las cofradías. En esta ocasión, los establecimientos del centro tuvieron que desmontar sus terrazas desde las 12:00 horas del domingo, lo que generó críticas tanto en el sector como entre los clientes.
Pérdidas económicas significativas
Según un comunicado de la Asociación de Hosteleros, casi un centenar de bares y restaurantes decidieron no abrir, argumentando que las condiciones no eran óptimas para operar. «Hemos perdido una de las fechas claves para el sector, con establecimientos que habían reforzado sus plantillas y stock en previsión de una jornada de alta demanda», señaló la asociación.
Los hosteleros aseguran que la afluencia real fue menor de lo esperado y que muchas zonas del centro, como la Alfalfa, El Salvador o Plaza Nueva, estaban notablemente despejadas. «Hemos visto calles y plazas con un número de personas inferior al de cualquier otro fin de semana», añadieron.
Respuesta del Ayuntamiento
El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, defendió las decisiones tomadas: «Las previsiones que manejábamos indicaban un riesgo de masificación importante. Las medidas se tomaron con esos datos y con la prioridad de proteger la seguridad ciudadana», declaró. Aunque admitió que las cifras reales estuvieron por debajo de lo esperado, insistió en que no se arrepiente de las restricciones aplicadas.
El sector hostelero reclama ajustes futuros
Desde la Asociación de Hosteleros han solicitado al Ayuntamiento una mayor precisión en la planificación de futuros eventos de esta envergadura. Argumentan que decisiones basadas en previsiones exageradas pueden causar graves perjuicios económicos a un sector que ya enfrenta numerosos desafíos.

