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El delegado de Fiestas del Ayuntamiento Juan Carlos Cabrera ya asume, y lo ha dicho esta semana, que para la Semana Santa de 2021 habrá que hacer cambios. Los más impacientes pensarán que a un año vista esto es una exageración. Pero no. Las proyecciones de los distintos escenarios que dejará el Covid en las fases que vienen después de la vacunación ya existen en muchos ámbitos. Todos están determinados por el mantenimiento de la distancia social y la prudencia para ir ganando tiempo hasta que se declare el fin de la pandemia que es algo que aun no se encuentra cercano en el tiempo. La Semana Santa de 2022 puede parecerse a la de 2019 pero no será igual. Lo que habrá que preparar no es un sucedáneo de la fiesta sino una Semana Santa adaptada.
Consta la existencia de profesionales cercanos a las cofradías que de manera particular están preparando estudios para en su momento ponerlos a disposición de la autoridad competente. Pero lo que si se necesitaría más pronto que tarde es que un Ayuntamiento (pendiente de mudanza) y un Consejo (con obispo nuevo) constituyan un grupo de trabajo en el que ir avanzando en los escenarios para contemplarlos según nos encontremos el año que viene. No hay que esperar a la cuaresma para pensar. Ni siquiera a septiembre. Las cosas con tiempo suelen salir mejor.