La corona ‘de los Negritos’ de Nuestra Señora Reina de los Mártires acaba de ser restaurada por Herpoplat. Se trata de la presea del siglo XVIII con decoración de rocalla y cabezas de querubines que la Virgen luce en su capilla de manera cotidiana y que recupera ahora sucolor plataoriginal.
En próximas fechas Herpoplat rehabilitará también la corona de salida de la Virgen para tenerla a mediados de septiembre, según informa el hermano mayor de Buena Muerte, Joaquín de Velasco. Esta presea se va a sobredorar de nuevo y a restaurar lo que está en peores condiciones: alzamiento de la cruz, de algunas estrellas y de las imperiales del canasto.
La hermandad cuenta con una tercera corona para la Virgen, que, al ser más reciente, no precisa restauración. La corporación de la Madrugada adquirió la corona llamada ‘de los Negritos’ a la cofradía sevillana del mismo nombre en los años 50, que ya la tenía en desuso y por la vinculación de algunos hermanos con ella.
Desde la fundación de la Buena Muerte, ha sido siempre intensa la relación con varias hermandades de Sevilla, como Buena Muerte (los Estudiantes), Pasión y los Negritos.
En algún momento esta corona ‘de los Negritos’ se doró, pero ahora se le ha querido devolver su color plata original. Y, además de la limpieza general y plateado, se han consolidado algunas estrellas, ciertas partes de la ráfaga y la cruz (que no es la original, pero sí como llegó a Buena Muerte).
Los querubines aluden a la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles de Sevilla. Hubo una época en la que tuvo diez estrellas (ahora son veinte, pero esa modificación viene de atrás) y una cruz desaparecida con cristalitos que simulaban brillantes.
Herpoplat es una empresa de Córdoba especializada en la restauración y fabricación de orfebrería que ya trabajó para el Cabildo Catedral en la peana de la Custodia de Arfe.
Cuatro evangelistas
Buena Muerte también ha mandado al taller del escultor cordobés Manuel Luque Bonillorestaurar cuatro evangelistas de Antonio Castillo Lastrucci que este último autor regaló a la hermandad como bocetos en barro de los que llevan las esquinas del paso del Cristo de la Buena Muerte.
Esos bocetos siempre han estado en la sala de hermandad: el San Juan estaba perdido desde hace muchos años y otro está dañado. Ahora se están recuperando «siguiendo fielmente el modelo de los que tenemos», explica Joaquín de Velasco.