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Es 10 de abril de 2021. Cuando aún el sevillano no ha salido de la resaca de una Semana Santa de colas interminables, pleno negativo de pasos en la calle y anhelos del pasado, el calendario señala que dentro de 365 días volverá a ser Domingo de Ramos.
Comienza así un periodo de un año de espera plagado de incertidumbres por el devenir de la pandemia que ya ha eliminado de un plumazo dos celebraciones en la calle, pero también lleno de esperanzas en la vacuna que se viene administrando desde comienzos de año y que buscará esa ansiada inmunidad de rebaño que permita a la sociedad recuperar la cotidinaidad perdida en marzo de 2020. Esa será la mejor noticia que haga vislumbrar un futuro esclarecedor de cara a una Semana Santa de 2022 que aún está plagada de incognitas.
Mientras tanto, Sevilla seguirá esperando con la ilusión de un niño ese Domingo de Ramos que disfrutó por última vez de manera plena en 2019. Seguirá esperando que las puertas de San Sebastián se abran para ver salir el júbilo blanco que es la cofradía de la Paz, que Molviedro vuelva a ser un hervidero con Jesús Despojado al romper el Domingo de Ramos o que la Cena siga dando sabor a la calle Doña María Coronel en días clásicos de Semana Santa. Queda un año, si Dios quiere, para volver a ver la fuerza de la Hiniesta sobre la piedra de la muralla o a San Roque no rozar ni un varal por Caballerizas; para declamar letanías a la Estrella cuando cae la tarde sobre el puente o ver al Dios del Amor tallado por Juan de Mesa bajar la rampa con solo la música del crujir de la madera. Quedará un año y mucha esperanza para volver a soñar a la Amargura en el rezo eterno de la calle de Madre Angelita. Es 10 de abril, en solo 365 días Sevilla se vestirá de Domingo de Ramos y el Gran Poder volverá a la tierra que pisa el sevillano. Queda solo año, que el Señor lo quiera.
