El contundente regreso de las cofradías gaditanas en este 2022

El contundente regreso de las cofradías gaditanas en este 2022

Tras lo que la historia reducirá a un breve paréntesis de dos años, 2022 ha sido el ejercicio en el que las cofradías han recuperado la normalidad. Y ese regreso se ha producido y celebrado de manera especialmente contundente en Cádiz. Después del período marcado por la pandemia en el que se suspendió el culto público, se cerraron los templos y se suspendió prácticamente toda la agenda ‘morada’, las cofradías han recuperado este año la calle. Solo por eso merecen ocupar un lugar destacado en el balance de lo que han dado de sí estos doce meses; pero es que además esa vuelta a la normalidad ha llegado con bastante fuerza, dejando un 2022 para recordar -a nivel cofrade- por varios motivos.

El principal hito de 2022 es que la Semana Santa volvió a vivirse en la calle. Después de dos años, sobre todo 2020, de calles desiertas e iglesias vacías, la ciudad volvió a echarse en masa a las aceras para recuperar sensaciones que se creían perdidas, emociones que parecían olvidadas, estampas que el Covid robó los dos ejercicios anteriores.

Los preparativos de la Semana Santa avanzaron en medio de una gran incertidumbre. Los cortejos no se conformaron hasta última hora, pues había serias dudas de que las procesiones pudieran salir; se plantearon todo tipo de medidas (aforamiento de calles, mascarillas en los cortejos, aparatos de aire bajo los pasos…) que estuvieron en vilo respecto a su aplicación hasta el último momento. Hasta un paso especialmente diseñado para mejorar la seguridad sanitaria de los cargadores llegó a diseñarse y casi ejecutarse (el de la cofradía de Afligidos, que planteaba convertir el histórico paso en una suerte de trono malagueño para evitar la concentración de cargadores bajo la parihuela).

Finalmente, la Semana Santa pudo desarrollarse casi con absoluta normalidad y sin ningún tipo de incidentes. Tan normal fue, que no le faltó la habitual dosis de lluvia, que deslució las jornadas del Lunes y Martes Santo, donde la mayoría de las cofradías pecaron del ansia de procesionar tras dos años sin poder salir, obligando a apresurados refugios en la Catedral (polémica incluida con un Cabildo poco comprensivo con el Lunes Santo) y a espectaculares traslados matutinos en las mañana del Miércoles y del Sábado Santo. Solo Vera-Cruz, Sanidad y Piedad decidieron alargar la agonía del regreso a las calles un año más, y eso que la franciscana hermandad intentó hasta el último momento procesionar, poniendo incluso parte de su cortejo en la calle hasta que la lluvia obligó a suspender la salida.

A este aspecto negativo se le suma los diversos problemas que hubo con la carga, superados todos ellos con creces con el incidente del Sábado Santo en el paso de la Soledad, que obligó a la hermandad a regresar a Santa Cruz tras hacer la estación en la Catedral, sin completar el itinerario previsto, por falta de fuerzas de la cuadrilla a la hora de llevar el paso.

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