La Semana Santa de Sevilla, siempre con costaleros

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No veo garantizada ni mucho menos la Semana Santa de 2022. Me generan dudas, muchas dudas, esos debates, chascarrillos y tertulias donde se apunta a la posibilidad de sacar las imágenes en andas, cuando varias localidades de Andalucía retornan al toque de queda con el aval del TSJA. Quizás es cuestión, como casi siempre, de criterio. ¿Se evitarían las bullas si salen los sagrados titulares en andas? No, de ninguna manera. Por eso me generan muchas dudas los beneficios de evitar las cuadrillas de costaleros. Basta recordar la salida en vía crucis del Señor en los años ochenta para comprobar la impresionante respuesta de la masa. O aquel regreso de Santa Rosalía un viernes por la noche, igualmente masivo, no así el traslado matinal de la ida al monasterio. Con las andas solo se evita la concentración de los costaleros debajo del paso. Nada más. Y que los frikis de la música tal vez no acudan, o lo hagan en menor cantidad. Podemos tener una Feria sin caballos ni enganches, que de hecho la hemos tenido por la peste equina, pero estamos hablando de una forma de religiosidad popular concebida y sostenida de una forma específica. Con pasos portados por costaleros y con música. O con la música del silencio.

La Vera-Cruz salió en 2012 únicamente con la reliquia del Lignum Crucis. Cruzó por una carrera oficial vacía y empapada por la lluvia que había caído toda la tarde. El Cabildo general de Pasión rechazó en su día la propuesta de salir sin las imágenes en caso de amenaza de lluvia. Se tiene un recuerdo entrañable de aquella salida del Cristo de la Caridad de Santa Marta el Lunes Santo de 1976. Tal vez porque fue verdaderamente excepcional, no una solución de la que se abuse, como ocurre con las salidas fuera de calendario, que más bien se las podría denominar fuera de cacho.

La primera gran prueba la vamos a tener con el traslado del Gran Poder al extrarradio, si es que se puede efectuar. Pero no olvidemos que la Semana Santa se celebra en todo el tablero de la ciudad y en diversos puntos a la vez, por eso siempre hemos defendido que se debe ir preparando la Semana Santa de la pos-pandemia al igual que la sociedad lo hace ya con los bares, los colegios, los conciertos, el fútbol, etcétera. Y eso se hace reduciendo de una vez el efecto avispero, continuando con la apuesta por la seguridad en la Madrugada, enseñando a manejar aglomeraciones de público dentro de los templos, etcétera. Pero hay circunstancias innegociables porque son señas de identidad de la fiesta. Una de ellas son los costaleros.

Tengamos esperanza en una mejora definitiva en los próximos meses. Sigamos estudiando la adaptación de la Semana Santa que viene a los nuevos tiempos: más segura en todos los sentidos. Aceptar los tiempos que nos ha tocado vivir no significa renunciar a lo que nos hace únicos, distintos y perdurables. Y nunca olviden que la fe y la memoria no hay pandemia ni bullas que se las lleven por delante.

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