Ladrones de hermandades, la larga lista de robos a las cofradías

 Los robos en las hermandades se han registrado con cierta frecuencia en Sevilla. En los últimos quince años ha habido más de una decena de casos sólo en la capital. Los delincuentes saben que las cofradías guardan un rico patrimonio y no siempre éste está lo suficientemente vigilado, aunque bien es cierto que cada día cuentan con más medidas de seguridad.

El robo a la hermandad de la Sed ha sido el último episodio de una larga lista de asaltos y sustracciones sufridas por las cofradías de la capital andaluza. La Sed contaba con un buen sistema de seguridad en su casa hermandad, con cámaras de videovigilancia que grabaron a al menos dos personas y con una conexión a una central de seguridad que falló por algún motivo que de momento no ha trascendido.

También tenía asegurados los enseres, algo que no ha ocurrido siempre en otros robos sufridos por las cofradías. Esto amortiguará el daño económico para la entidad, aunque no podrá reparar el valor sentimental de unas joyas que han sido donadas por donantes, hermanos o vecinos del barrio, algunos de ellos de familias humildes que contribuyeron a ello con mucho esfuerzo. Piezas como el barco de plata y cristal de roca que porta la Virgen de Consolación en la mano, las potencias de salida del Cristo de la Sed y un buen número de alhajas más cuyo valor supera los 100.000 euros serán muy difíciles de recuperar.

Porque, aunque la Policía ha detenido en ocasiones a los autores de estos robos, sólo en contadísimas excepciones se han recuperado las joyas. Los ladrones cuentan con peristas que se las compran al momento y saben deshacerse de ellas, fundir materiales o darle salida en el mercado negro en otras provincias españolas, e incluso fuera del país, dificultando así la labor de los investigadores. Las piezas de orfebrería son más difíciles de recuperar porque los metales se pueden fundir. En cambio, si lo que se sustrae es una obra de arte, es mucho más complicado encontrarle una salida en el mercado negro. Salvo que se trate de un robo por encargo de alguien que quiera tener la imagen para su colección privada, algo que de momento en Sevilla no se ha dado.

También parece claro, por lo espaciados en el tiempo que son y los diferentes métodos empleados, que no hay una banda organizada de delincuentes especializados en el robo a cofradías. Se trata de oportunistas, ladrones que asaltan una casa hermandad un día y al siguiente hacen lo propio con un comercio o establecimiento en el que haya algún dinero o mercancía fácil de revender.

El robo a la Sed es el segundo que una hermandad sevillana sufre este año, aunque el primero se abortó gracias a que sí funcionaron los sistemas de seguridad. Ocurrió en la casa hermandad del Calvario, en la calle Gravina, a las cuatro y media de la mañana del 21 de febrero. El sistema de seguridad detectó una intrusión y emitió un humo antivisión, lo que hizo que al delincuente sólo le diera tiempo a subir a la segunda planta y robar una pequeña cantidad de dinero que se guardaba en un cajón bajo llave, y que rompió. El Calvario ya sufrió, doce años atrás, la sustracción de un Niño Jesús que recibía culto en la parroquia de la Magdalena.

Los asaltos más sonados en las hermandades de Sevilla los padecieron dos cofradías del Miércoles Santo: el Buen Fin y las Siete Palabras. El primero ocurrió el 6 de noviembre de 2005, cuando todavía la corporación franciscana celebraba la reciente coronación canónica de la Virgen de la Palma, que había tenido lugar el 8 de octubre. Una banda de rumanos entraron en la casa hermandad, ubicada a la espalda del convento de San Antonio de Padua, golpearon al mayordomo segundo y se llevaron y se llevaron unos 1.500 euros de la recaudación de la Lotería de Navidad, varias cajas con medallas, pisacorbatas y alfileres de la hermandad y diversas alhajas de la Virgen de la Palma. Entre ellas estaba la medalla de la ciudad que el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, le había impuesto apenas mes y medio antes.

La investigación de la Policía Nacional revelaría después que el robo fue propiciado involuntariamente por el mayordomo segundo, quien abrió la puerta a uno de los delincuentes desconociendo que iba a robarle. En total participaron cinco personas en el robo, y el miembro de la junta de gobierno sufrió diversas lesiones, entre ellas un corte en la mano que requirió 22 puntos de sutura. La Policía detendría cuatro meses después en Murcia a dos de los autores del robo, que fueron identificados por el mayordomo segundo como las personas que le golpearon. Después del robo en el Buen Fin, los asaltantes regresaron a Rumanía. Cuatro meses después, volvieron a España y fueron sorprendidos cuando robaban en una funeraria de Murcia. Del botín sustraído en la casa hermandad no se pudo recuperar nada.

El otro gran robo reciente es el de las Siete Palabras. La madrugada del 19 de enero de 2012, la cofradía sufrió un asalto en su almacén, ubicado en la calle Medalla Milagrosa, muy cerca de la avenida de la Cruz Roja. Desaparecieron las las antiguas bambalinas del palio de la Virgen de la Cabeza, dos águilas bicéfalas y una cartela del canasto del paso del Nazareno de la Misericordia, todas piezas de plata de ley de gran valor económico y artístico. Nada se supo de los asaltantes ni de los objetos sustraídos, que nunca se recuperaron. La hermandad no pudo reponer las águilas bicéfalas de plata hasta la Semana Santa de 2019, siete años después del robo. La cofradía también dejó el local e inauguró una casa hermandad en la calle Baños, mucho más cerca de la parroquia de San Vicente, su sede canónica.

Una hermandad de vísperas, la Misión, de Heliópolis, sufrió el 11 de abril de 2009 año un asalto en su casa hermandad, similar al de la Sed. Unos ladrones se descolgaron por una ventana y extrajeron la caja fuerte con las joyas de la Virgen del Amparo. Algunas de las sortijas procedían de donaciones particulares. También desapareció una considerable cantidad de dinero en metálico y unos escapularios del Inmaculado Corazón de María.

El 1 de marzo de 2018, alguien forzó la puerta de las dependencias de la hermandad de los Desamparados, en el Parque Alcosa, y sustrajo las dos sayas de la Virgen, una de color burdeos y otra blanca, las únicas piezas bordadas que tenía la cofradía. Además, los ladrones sustrajeron cuatro broches del paso.

No siempre fueron robos con fuerza, en los que los asaltantes tuvieron que entrar en alguna dependencia forzando alguna entrada. También ha habido robos al descuido mientras la parroquia estaba abierta al público. Uno de ellos fue el citado anteriormente del Niño Jesús del Calvario. Algo parecido ocurrió en agosto de 2014 en la parroquia de San Isidoro, de donde desaparecieron dos imágenes en madera policromada que formaban parte del Sagrario de la capilla propiedad de la cofradía que tiene su sede en este templo, y que está situado en el altar donde se venera al Cristo de las Tres Caídas. Ambas imágenes fueron arrancadas de la hornacina en la que estaban. Eran dos tallas de unos 17 centímetros de altura de San Francisco Javier y San Francisco de Borja.

El 10 de mayo de 2017 le tocó el turno a la Resurrección. Un ladrón robó varias joyas que portaba la Virgen de la Aurora en su capilla. Desaparecieron varios broches de oro, plata y perlas. El delincuente no asaltó ningún inmueble, sino que entró en la iglesia y aprovechó un momento en el que no había nadie para acercarse a la dolorosa y arrebatarle las alhajas. Esa misma semana habían robado en la hermandad Sacramental de Umbrete, lo que hizo saltar las alarmas ante la posibilidad de que hubiera algún delincuente robando en distintos templos.

Hay veces que los sistemas de seguridad no sólo sirven para impedir el robo, sino también para cazar al autor. Es lo que ocurrió en la Basílica de la Macarena, donde la Policía logró recuperar una de las jarras de plata del paso, con más de cien años de antigüedad, que había sido robada dos veces por un toxicómano. Ambos episodios fueron registrados por las cámaras de seguridad del templo. El delincuente tampoco fue muy hábil, pues intentó vender la misma jarra en dos ocasiones al mismo anticuario.

En otras localidades de la provincia también ha habido varios robos en los últimos años. Y no sólo se dan en hermandades, sino también en iglesias y, sobre todo, conventos, ya que muchos no cuentan con un inventario de bienes y hay menos control y menos medidas de seguridad sobre el inmenso patrimonio que tienen. Los robos en las cofradías no son algo nuevo. En 1946 fue sustraída la corona de la Virgen de Gracia y Esperanza, de San Roque. En 1953, un chico de 17 años robó 80 joyas a la Virgen de los Reyes y las revendió en Madrid y en París. Y en 1989, unos ladrones entraron en la parroquia de Omnium Sanctorum y causaron daños al Cristo de las Almas, que no pudo procesionar aquel año.

diariodesevilla

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