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El pasado 22 de febrero de 2021, se cumplieron 500 años del primer Vía Crucis de España que dio origen a la Semana Santa tal como la conocemos hoy día con sus escenas pasionistas. En el año 1521, el primer viernes de cuaresma cayó en 22 de febrero.
Don Fadrique Enríquez de Ribera, Señor de Bornos, partió desde su villa bornicha hacia tierras de Jerusalén un 24 de noviembre de 1518, y llegó a Sevilla un par de años después, el 20 de octubre de 1520. Después de atravesar por varios países de Europa, llegó a Tierra Santa. A su vuelta a España instauró el ejercicio del viacrucis tanto en Sevilla como en Bornos. En este gaditano enclave lo materializó desde la puerta del monasterio jerónimo de Santa María del Rosario hasta el humilladero de la Cruz de Esperilla. En Sevilla hizo lo mismo desde su Casa de Pilatos hasta la Cruz del Campo.
Viacrucis” es un término latino que en castellano significa «Camino de la Cruz». Se refiere al camino que recorrió Nuestro Señor Jesucristo (cargado con la cruz) desde el Pretorio de Pilatos hasta el Monte Calvario, y desde que fue clavado en el patíbulo hasta ser colocado en el sepulcro. Consta de catorce escenas “pasos” o episodios que reciben el nombre de estaciones, por constituir momentos de parada o descanso. La tradición señala que entre el Pretorio y el Calvario hay 1.321 pasos, equivalentes a 997,13 metros. Y esa medida fue la que planteó don Fadrique para erigir su viacrucis bornense.
¿Se puede decir que Bornos fue el germen de la Semana Santa tal como la conocemos hoy día en Andalucía? Sí, aunque el viacrucis no fue el origen y causa primera de la representación de la Semana Santa, pero sí fue un elemento decisivo en la formación de la religiosidad popular en torno a la Pasión (junto a las representaciones litúrgicas, el movimiento de los flagelantes, la devoción a la Vera+Cruz o los frutos de las predicaciones cuaresmales). Lo que sí se puede afirmar tajantemente es que tanto el viacrucis de Bornos como el de Sevilla son el origen de la Semana Santa tal como la conocemos hoy día con sus escenas pasionistas portadas por costaleros o cargadores. Así lo investigó don Joaquín González Moreno en el Archivo Medinaceli, documentación que por el año 1957 se encontraba en Madrid.
Existe un viacrucis anterior al de don Fadrique que algunos historiadores consideran el primero de Europa: el instaurado por el Beato Álvaro de Córdoba. Este religioso, tras peregrinar a Tierra Santa en 1419, creó una “vía dolorosa” en la sierra, por los alrededores del convento de Scala Coeli (fundado por él en 1427), en un paraje que le recordaba a Jerusalén. Era un ejercicio distinto, tanto en número de estaciones (que eran menos) como en el contenido (puesto que incluso está la institución de la Eucaristía). Esto ha servido a muchos estudiosos para considerarlo un “pre viacrucis”. Cuando don Fadrique instauró su viacrucis bornicho y sevillano, muchas hermandades hacían estación de penitencia hacia dichas cruces (Esperilla y Cruz del Campo). De ahí nació la auténtica Semana Santa de nuestros días, a partir de las estaciones de penitencia.
¿Cuándo se erigió en Bornos el “Viacrucis de la Cruz de Esperilla”? A la llegada de su viaje en 1520, don Fadrique trajo consigo gran cantidad de estatuas, libros, bulas y privilegios para sus casas de Sevilla y Bornos. Entre estas gracias espirituales hay que encuadrar la práctica del viacrucis, que estableció en ambas poblaciones. Por eso, con casi total seguridad, el viacrucis de Bornos se instauraría en la cuaresma del año 1521 tal como se hizo en Sevilla, ya que don Fadrique trajo los mismos privilegios para ambas poblaciones. Pero, aún hoy, habría que constatar el dato bornicho en el Archivo Medinaceli.
¿Por qué decimos que fue Bornos el germen del “Primer Viacrucis de España que dio origen a la actual Semana Santa”? De sobra sabemos que fue en Bornos y en Sevilla donde se erigieron sendos viacrucis, pero señalamos a nuestro pueblo como el germen porque toda la aventura comenzó en Bornos un 24 de noviembre de 1518, lugar y fecha en la que don Fadrique inició esta aventura que culminó, tres años después, con la difusión de tan piadoso ejercicio.
Es cierto que se ha magnificado un poco el papel que el ejercicio del viacrucis jugó en el nacimiento de las corporaciones y de las estaciones de penitencia. Algunas hermandades existían bastante tiempo antes de que se instaurase el piadoso ejercicio, y muchas de ellas (nacidas en el siglo XVI) no tienen ninguna relación con el mismo. Estas estaciones participaban más de las características de una romería que de una procesión urbana, a ello debía ayudar, en su caso, la climatología primaveral y la percepción de los ricos olores de una vegetación que se abre a la vida en el tiempo de la cuaresma (difícilmente soportable si se producían las lluvias que habían de convertir en un fangal y hacer intransitable el camino de la cruz). El itinerario estaba flanqueado por cruces de madera y altares portátiles que, decentemente aderezados, señalaban los pasajes del viacrucis. No sabemos si se mantenían durante toda la cuaresma o se desmontaban y erigían cada viernes, día señalado para la celebración del ejercicio.
Frasquita Larrea (en su Diario de Bornos) describe un 4 de mayo del año 1826 la siguiente pintoresca imagen: “A un cuarto de legua de aquí hay una cruz que llaman de Esperilla. En el día 3 de mayo la gente del campo la adornan con flores, y todo el pueblo va allí de paseo por la tarde. Se va por las laderas que están más allá del Nacimiento. Nosotros nos colocamos sobre la acequia cubierta que está junto al manantial, que por estar en alto nos proporcionaba a un mismo tiempo la vista del camino y la de las montañas y campiñas. El paisaje era admirable. De un lado todo era movimiento, del otro todo reposo. Por el uno, la variedad de los colores del ropaje de tantas mujeres, el sonido de las guitarras, la grita de los muchachos, todo era vida y bullicio. Por el otro, todo era sublimidad y sosiego. Grandes moles de nubes se habían encaramado sobre la cordillera, y se estaban tan inmóviles y reflejaban tan igualmente los visos que les dispensaban los últimos rayos del sol, que el horizonte parecía estar cercado por peñascos de nácar”.
En Bornos existieron otros viacrucis posteriores como el de los franciscanos (s. XVII) o el de las clarisas (s. XVII). Parece ser que por cuaresma se siguieron realizando los ejercicios del viacrucis jerónimo hasta el humilladero de la Cruz de Esperilla (existió desde el siglo XVI hasta el siglo XIX). Aunque también sabemos que hasta dicho humilladero llegaba una romería de mayo, tal como lo detalló Frasquita Larrea en el año 1826.
Nota: por lo tanto, el pasado 22 de febrero de 2021 (primer viernes de cuaresma de 1521) se cumplieron los 500 años del “Primer Viacrucis de España”. Sería justo y bueno para nuestro municipio que las instituciones se pusieran de acuerdo para restaurar el humilladero de la Cruz de Esperilla, que actualmente se encuentra en ruinas, y colocar una nueva cruz en forja que recordase tan importante efeméride. Es la historia y el futuro de nuestro pueblo. Y lo tenemos ahí, dejado.