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La peana de camarín de la Virgen de los Dolores lucirá el próximo Viernes de Dolores en todo su esplendor después de la minuciosa restauración llevada a cabo en los últimos años.
Esta pieza estaba prevista estrenar el pasado año, algo que imposibilitó la crisis sanitaria en la que estamos inmersos, una circunstancia que impidió el normal desarrollo de los trabajos de restauración
Según la corporación del Viernes Santo, la pieza será bendecida por el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, poco antes de dar comienzo la Fiesta de Regla de la cofradía prevista para el 26 de marzo, Viernes de Dolores, a las 11 de la mañana en la iglesia del Hospital de San Jacinto.
Fue en junio de 2018 cuando el presidente de la Fundación Caja Rural del Sur y el por entonces hermano mayor de la cofradía de los Dolores, Emilio Molina Gómez, firmaron un convenio mediante el cual la citada entidad financiera se comprometía a la restauración de la peana de camarín de la Virgen de los Dolores.
Los trabajos de restauración fueron encomendados al taller cordobés Regespa, quienes en su intervención han consolidado la estructura interior de la pieza, así como han llevado a cabo la limpieza de la misma retirando todo tipo de elementos añadidos con el paso del tiempo. Este taller no es la primera vez que intervienen en el patrimonio de la cofradía ya que en 2016 restauraron la peana de salida de la Virgen.
Cabe recordar, que la citada peana donde asienta la Virgen de los Dolores durante todo el año, es una pieza singular dentro del patrimonio artístico de la Córdoba del siglo XVIII. Su diseño, según recoge el primer libro de cuentas de la hermandad, es obra de Tomás Jerónimo de Pedrajas. Las labores de talla corrieron a cargo de Teodosio Sánchez Cañadas mientras que el dorado fue realizado por Manuel de Arenas. Por sus dimensiones (1,90 metros de alto por 2,70 metros de base), por la importancia artística y devocional de la imagen para la que se hizo, por el alto prestigio de sus autores, y por haber mantenido en todo momento su uso a lo largo de sus casi tres siglos de historia, así como por no existir una pieza similar en la capital, se puede considerar “como todo un referente del exorno de los templos en otros tiempos que no encuentra parangón en la ciudad” tal y como recordó la cofradía en el momento del inicio de la restauración.