Tras el periodo pascual, la fiesta del Corpus Christi es como un eco del triunfo y la entrega del Señor. Alrededor de ella alcanzan el protagonismo las hermandades sacramentales, corporaciones nacidas en el siglo XVI para mantener y propagar el culto a la Sagrada Eucaristía en las respectivas parroquias, y que son un tanto minoritarias y desconocidas para muchos fieles. La archicofradía del Santísimo Sacramento del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral es considerada tradicionalmente como la más antigua de todas ellas, siendo emblema y modelo de esta forma corporativa de devoción y culto eucarístico tan arraigada en nuestros pueblos y ciudades.
La vida cotidiana de la hermandad la describe su presidente, Guillermo Mira, muy centrada en la celebración de los cultos de reglas, “si bien en estos momentos atravesamos una doble dificultad”. A la pandemia universal, con las restricciones ya conocidas, “se une el cierre por obras de nuestra sede parroquial”. La hermandad y la parroquia del Sagrario han sido acogidas por la propia Catedral “a cuyo Cabildo agradecemos las facilidades dadas. Celebrar nuestra adoración y el resto de los cultos ante nuestra Patrona, la Virgen de los Reyes, nos dejará un recuerdo inolvidable”.
Sobre la vinculación con esta céntrica feligresía, añade que ha de tenerse en cuenta que “la justificación histórica de las hermandades sacramentales se encuentra en la estrecha unión con las parroquias que las abrigan. Somos instrumento de la pastoral parroquial, una realidad histórica que supera ya los cinco siglos”, destacando de esta comunión que, en momentos de dificultades como los actuales “se acrecientan sus lazos y se busca el mutuo apoyo, que sin duda hemos encontrado en la persona de nuestro párroco, don Manuel Cotrino. La parroquia del Sagrario y la sacramental no pueden entenderse aisladamente”.
A las hermandades sacramentales, vinculadas al misterio central de nuestra Fe como es la Eucaristía, les afecta especialmente, quizás más que a otras, la realidad actual de indiferencia y de decrecimiento de la vida religiosa. Guillermo Mira resalta que “la intensa secularización de la sociedad nos aflige especialmente”, y reflexiona sobre cuánto cambiaría el mundo si “en medio de tanto relativismo, muchos conocieran que hay un Dios que está presente verdaderamente entre nosotros a través de la Eucaristía, y que puede cambiar sus vidas”.
Otra característica de estas corporaciones, junto a su rica historia y espiritualidad, es el vasto patrimonio artístico, en parte muy ignorado, que atesoran. Esta del Sagrario es un buen ejemplo de esto, que lo valoran como “una admirable riqueza cultural y artística heredada que hemos de compartir”. Prueba de ello es la participación en los últimos años “en las muestras “Misericordiae Vultus”, promovida por el Cabildo Catedral, o en las recientes sobre el insigne Martínez Montañés, donde figuró nuestro inefable Niño Jesús”.
La fiesta del Corpus Christi es una de las mayores celebraciones de Sevilla y de su archidiócesis. El presidente la define como “la principal fiesta religiosa de la ciudad porque conmemoramos nada menos que el triunfo de la Eucaristía, Dios mismo en cuerpo y sangre, alma y divinidad, real y verdaderamente presente en las calles, en una procesión hecha a la medida de la ciudad”. Subraya, además, que esta corporación “es la sacramental de la propia Catedral y la celebra con especial júbilo y una determinante implicación en la organización de la procesión general”. Y no deja de recordar las ansias “para que pronto Sevilla recupere su magna procesión del Corpus, el olor de la magnolia, la juncia y el romero llenen de aroma nuestras calles este día, y dejemos atrás las calamidades y padecimientos de esta pandemia que tantas vidas nos está costando”.