No es nuestro propósito descubrir la obra de David Payán, cuya obra reúne una perfecta síntesis del concepto cartel: impacto, mensaje, estética, anuncio. Porque, es esencial discernir ambos términos, no es lo mismo un cartel que un lienzo o una pintura. En su constante afán por evolucionar y ofrecer diferentes prismas, este artista de la Vega del Guadalquivir ha vuelto a sorprender con una de sus últimas obras, titulada Esperanza Macarena. Una mirada más. Y no puede ser más acertada la referencia: otra mirada de tantas infinitas que han representado a una de las devociones universales de nuestra ciudad. Porque la Macarena, como emblema de la vanguardia y abanderada de todo tipo de revoluciones, encaja a la perfección todo tipo de estética.
Payán ha vuelto a ser fiel a su estilo y en este cartel conjuga diferentes técnicas como acrílicos, rotuladores o espray sobre distintos papeles. No es necesaria una línea realista, naturalista o amable. El artista se inclina aquí por esa profusión de razones y sentimientos encontrados que despierta la Macarena a su paso. Todo en ella es color: rojo, verde, amarillo, cientos de formas geométricas que se distribuyen en sinuosas trazas negras a modo de manto y saya. Eso sí, lo fundamental permanece: su rostro, sus mariquillas y su corona, iconos que el pueblo reconoce como suyos e inherentes a la imagen.
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